Resulta que salí hoy un par de horas y el amigo iba bastante despistado y remolón. atento a todo menos a lo que tenía que estar, asustandose más de lo normal, etc... llegué a dudar de si tendría algun tipo de molestia.
Con mucha paciencia y transiciones fuimos entrando en calor hasta el comportamiento normal, nos llevo sobre media hora.
Al llegar, en el prado, hicimos unos ochos al trote, y bueno, en su línea, subvirando un poco y yéndose un poco de cuello hacía fuera, aunque a base de pierna iba entrando en la trayectoria.
Como ahora siempre voy con las riendas en una mano, tengo paciencia extra, aunque ya sabía que lo entiende bien.
El caso es que los hizo y paramos, iba a bajar pero me sonó el móvil y después de hablar decidí dar otros ochos. No le gustó mucho la idea pero nos pusimos. Como me consta que quiere parar para acabar, decidí terminar galopando unos trancos en recto para luego parar en seco, pero él no quería salir a galope. Hacía una especie de mezcla entre susto, reparo o arrancada lateral a medio galope corcoveante, hacia la izquierda y con cuello girado. Lo reprendí un poco y volví a intentarlo, y otra vez lo mismo, entonces ya me cabreé y tuvimos un poco de guerra, donde quedó bien claro que mientras siguiéramos los dos conscientes, sin galopar no se iba a acabar la sesión.
Cual fue mi sorpresa cuando después de la trifulca salió al trote e hicimos unos ochos donde giró con una franqueza increíble. Al toque más sutil realizaba el giro con tal decisión que la primera vez casi me hace hasta perder el equilibrio, llevaba una impulsión bestial y una cadencia de reloj, ni tropiezos, ni desequilibrios, ni leches. Con el cuello como una vela, incurvando como una locomotora y los vagones, bufando...luego galope en círculo, recto y parada. Quería salir haciendo paso atrás, pero con pasos rápidos... y lo que fuera. vamos, que estaba en plan... una sensación un poco extraña, porque nunca se había comportado así, y al verlo anormalmente franco, no sabía hasta que punto yo tenía el control, o si se iba a pasar de vueltas en cualquier momento, pero ciertamente, de momento, hacía lo que yo le mandaba.
Me baje y lo acaricié. Estaba mucho más nervioso de lo normal, bufaba y quería comer con muchísimo ansia y estaba mucho más sensible a los ruidos etc. Lo había despertado un poco.
Está un escalón por encima de lo que él quiere hacer creer, pero sólo lo saca si no le queda otro remedio.
Eso sí, una vez que se pone, aligera que da gusto, casi demasiado.
Ahora que se que lo puede hacer, lo intentaré, unos ochos, y como no va a querer le tocaré con la fusta de ese lado cuando no gire con decisión, y si no lo hace le tendré que dar un fustazo, o un poco de espuela.
El caso es que creo como me ve con paciencia y en plan amistoso, me quiere hacer creer que tiene los limites ahí y ya no sabe hacerlo mejor cuando en realidad es mentira.
Pero no se niega, actúa. Se negó a galopar y ahí lo pillé en el renuncio!
Es increíble lo listos que son estos animales.
Con mucha paciencia y transiciones fuimos entrando en calor hasta el comportamiento normal, nos llevo sobre media hora.
Al llegar, en el prado, hicimos unos ochos al trote, y bueno, en su línea, subvirando un poco y yéndose un poco de cuello hacía fuera, aunque a base de pierna iba entrando en la trayectoria.
Como ahora siempre voy con las riendas en una mano, tengo paciencia extra, aunque ya sabía que lo entiende bien.
El caso es que los hizo y paramos, iba a bajar pero me sonó el móvil y después de hablar decidí dar otros ochos. No le gustó mucho la idea pero nos pusimos. Como me consta que quiere parar para acabar, decidí terminar galopando unos trancos en recto para luego parar en seco, pero él no quería salir a galope. Hacía una especie de mezcla entre susto, reparo o arrancada lateral a medio galope corcoveante, hacia la izquierda y con cuello girado. Lo reprendí un poco y volví a intentarlo, y otra vez lo mismo, entonces ya me cabreé y tuvimos un poco de guerra, donde quedó bien claro que mientras siguiéramos los dos conscientes, sin galopar no se iba a acabar la sesión.
Cual fue mi sorpresa cuando después de la trifulca salió al trote e hicimos unos ochos donde giró con una franqueza increíble. Al toque más sutil realizaba el giro con tal decisión que la primera vez casi me hace hasta perder el equilibrio, llevaba una impulsión bestial y una cadencia de reloj, ni tropiezos, ni desequilibrios, ni leches. Con el cuello como una vela, incurvando como una locomotora y los vagones, bufando...luego galope en círculo, recto y parada. Quería salir haciendo paso atrás, pero con pasos rápidos... y lo que fuera. vamos, que estaba en plan... una sensación un poco extraña, porque nunca se había comportado así, y al verlo anormalmente franco, no sabía hasta que punto yo tenía el control, o si se iba a pasar de vueltas en cualquier momento, pero ciertamente, de momento, hacía lo que yo le mandaba.
Me baje y lo acaricié. Estaba mucho más nervioso de lo normal, bufaba y quería comer con muchísimo ansia y estaba mucho más sensible a los ruidos etc. Lo había despertado un poco.
Está un escalón por encima de lo que él quiere hacer creer, pero sólo lo saca si no le queda otro remedio.
Eso sí, una vez que se pone, aligera que da gusto, casi demasiado.
Ahora que se que lo puede hacer, lo intentaré, unos ochos, y como no va a querer le tocaré con la fusta de ese lado cuando no gire con decisión, y si no lo hace le tendré que dar un fustazo, o un poco de espuela.
El caso es que creo como me ve con paciencia y en plan amistoso, me quiere hacer creer que tiene los limites ahí y ya no sabe hacerlo mejor cuando en realidad es mentira.
Pero no se niega, actúa. Se negó a galopar y ahí lo pillé en el renuncio!
Es increíble lo listos que son estos animales.