Marc Plana – La importancia de la educación, en el aprendizaje del caballo doméstico

rafacaparros

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10 Mayo 2014
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Hola Foro.

Esta semana os presentamos un artículo de nuestro amigo y colaborador de las Jornadas Marc Plana. Marc estará haciendo una exposición y trabajo con caballos en la pista del Horses and Human. Su dilatada experiencia y sutileza con los caballos lo hacen especial en su relación. Gran comunicador, que sabe hacer entender y comprender las cosas con pocas palabras.

Marc se define como educador equino, ¿Cómo nos sentiríamos si nos obligaran a aprender un baile con dolor de ciática y que las clases además fueran en ruso?
Por tanto, si voy a enseñar a un caballo que no hay por qué temer a determinadas cosas por extrañas que parezcan al principio, es imprescindible que haya una comunicación entre ambos y que entendamos el lenguaje del otro.

El educador equino es la persona que facilita el aprendizaje del caballo para convivir y trabajar con las personas, teniendo en cuenta SIEMPRE su etología, y los principios de aprendizaje animal. Ya que ha sido el humano el que ha sacado al caballo de su hábitat natural, tenemos la responsabilidad de hacerle lo menos estresante posible su vida y su trabajo, incluso podemos hacérsela agradable y que disfrute con nosotros, siempre que no nos olvidemos de su verdadera naturaleza.

Os esperamos en las Jornadas para aprender, compartir, disfrutar de tres días intensos con Marc y todos los demás profesionales. Las inscripciones están abiertas en: http://www.horsesandhuman.com/inscripciones-horses-and-human/


La importancia de la educación, en el aprendizaje del caballo doméstico
Cuando hablamos de educación o de aprendizaje, siempre existen diferencias de criterios y de puntos de vista.
Cada ser vivo tiene experiencias personales que condicionan en parte la percepción de las cosas y del punto de vista.
Mi forma de entender y de ver las cosas “hoy” no será el mismo dentro de un tiempo. Habré evolucionado, consecuencia lógica de una educación y de un aprendizaje constante, gracias a una experiencia más amplia. Pero esto, no es exclusivo del ser humano, todo ser vivo necesita de una educación y tienen la necesidad de aprender.

Es evidente que no hace falta que un caballo esté educado para que aprenda.
La educación no es imprescindible, pero sí que lo es, para un correcto aprendizaje.
Si tenemos un caballo en una parcela que vive sólo y sin ningún tipo de relación con nosotros, no dispondrá de ninguna educación, por el contrario puede ir aprendiendo, pero este aprendizaje será muy reducido.
Aprenderá aunque no interactúe con nosotros o con otros caballos, pero ¿qué tipo de aprendizaje será…?



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Dos sementales jugando, indispensable para su educación


Todos conocemos caballos que van montados y sin embargo carecen de educación. Son caballos que muerden, que amenazan con las manos o los pies, que arrollan con el pecho, que cocea cuando vamos de ruta al caballo que va detrás etc… en definitiva, suelen ser caballos con falta de relación social y es esencial en el camino de la educación.


Para mí, la educación en un caballo es una necesidad primaria y empieza desde el momento en que nace y es una función de su madre, del resto de los caballos con los que convive y nuestra de vez en cuando a medida que va creciendo.
Ella se encargará de enseñarle los lugares a donde no deben acercarse, a saber detectar los peligros y huir de ellos, a no morder, a no cocear etc. Desde el primer día, la madre le está enseñando como debe comportarse, lo está educando. Es importante que esta educación dure hasta los nueve meses, que será un buen momento para destetar al potro.

Para que el potro continúe con su educación a la hora de separarlo de su madre, es importante que esté con otros potros y con algún caballo adulto. Es la mejor manera para que siga desarrollándose positivamente en el camino de su educación y de su aprendizaje.

Esta educación debe continuar desde el primer día que el potro llega a la hípica o a nuestra casa. No debemos cometer el error de pensar que la educación del potro termina a la edad adulta, es una labor continuada durante toda la vida del caballo, por lo que no termina nunca.
Cuando adquirimos un caballo con toda la ilusión del mundo, queremos que sea nuestro amigo, que sea uno más de la familia. Deseamos pasar momentos agradables montando con nuestro caballo o simplemente disfrutando de su compañía, pero desgraciadamente algunos acaban aislados en una cuadra o en una parcela.

Muchos de ellos acaban solos por falta de entendimiento con su propietario y suele ser por culpa de un mal comportamiento del caballo. Para mí, el caballo es el último culpable, siempre suele haber una mano humana que ha creado que el caballo se defienda.
Pero saber esto no soluciona el problema que ahora, sí tenemos con el caballo.

Lo primero que el caballo ha de aprender es educación. La educación es indispensable para una convivencia agradable entre el propietario y su nuevo compañero.

Con una educación adquiere conocimientos y estos conocimientos forman parte a la vez de su aprendizaje. Depende de nosotros que su proceso de aprendizaje se convierta en una anulación y automatización del caballo o por el contrario que sea un proceso en que el caballo entiende lo que le pedimos. Para que nuestra relación con ellos sea más fluida, si queremos que ellos colaboren y se esfuercen, sería importante que pusiéramos un poco de nuestra parte intentando entenderlos un poco.

El sufrimiento en el proceso de educación y de aprendizaje es totalmente innecesario.
Con una educación adecuada el caballo estará preparado para seguir su aprendizaje a más nivel.
El aprendizaje es aquel que adquirimos cuando ponemos en relación nuestros conocimientos previos con los nuevos.
Los aspectos necesarios son diversos y muchos de ellos no se tienen en cuenta a la hora de enseñar a un caballo. Por ejemplo la motivación, un caballo motivado será un caballo atento y por tanto preparado para integrar y recordar aquello que le estamos enseñando.

Para que haya un correcto aprendizaje, es básico que el caballo entienda que es lo que le estamos pidiendo y para ello es imprescindible la comunicación. Los caballos no hablan el mismo lenguaje que nosotros, por tanto es nuestra función conocer cómo se comunican y además establecer un código común que ambos entendamos a través de diversos canales, el movimiento del cuerpo, el tacto, la voz etc.


Es una lástima en los tiempos en los que estamos que todavía se siga dominando y sometiendo al animal hasta quebrantar su alma. Veo constantemente caballos totalmente desconfiados que se dejan hacer por miedo a ser castigados. Muchos otros, que lucharon por no ser sometidos han desaparecido y supongo que todos entendemos ha donde han ido.
¿Por qué seguimos haciendo las cosas tan mal?, ¿por qué nos negamos a la evidencia de que con una buena educación, el caballo responde cooperando y no por miedo?


En la siguiente edición hablaré sobre los diferentes métodos de aprendizaje, pero me gustaría despedirme con una historia que supongo muchos de vosotros habréis escuchado o leído, pero creo que dice mucho de la sutileza de los caballos y de nuestra ignorancia.

HANS EL LISTO

En el año 1.900 el señor Von Osten compró un caballo que se llamaba “Hans” y entrenó a su caballo para que contara mediante golpes con su mano, sin imaginarse en la repercusión mediática que esto le llevaría.
Hans aprendió muy rápido a sumar a restar, multiplicar y dividir.

El señor Von Osten le exponía números y le pedía que hiciera una determinada operación y Hans contestaba siempre con la respuesta exacta.
Incluso operaciones aritméticas, como raíces cuadradas, daba la respuesta correcta, era francamente increíble. Tanto era así, que su dueño no resistió a enseñar las habilidades de su caballo y empezó con algunas demostraciones públicas.
Muy pronto su fama se propagaría por todo el mundo. En esas demostraciones, Hans era capaz de contar las personas presentes y responder a preguntas de características muy diferentes como:

¿Cuántas mujeres hay?, ¿cuántas personas con sombrero?, ¿qué hora es?, incluso sabía utilizar un calendario.
Tal era la sabiduría del caballo, que el señor Von Osten quiso ir más allá y le enseñó un alfabeto codificable en números, Hans era capaz de responder con golpes de casco a casi cualquier pregunta. Todo el mundo hablaba del prodigioso caballo y lo bautizaron como “Hans el listo”.
Como era lógico pasado algún tiempo, su caso empezó a levantar muchas suspicacias y se empezó a creer que era todo debido a un truco. Así que se constituyó un comité investigador para decidir si había fraude. Dicho comité estaba integrado por expertos en caballos. Un veterinario, un domador, un oficial de caballería y un experto en psicología y fisiología.

Se realizó dicha prueba con Hans sin presencia de su dueño y como lo había estado haciendo hasta entonces en cualquiera de sus demostraciones, supo responder a todas las preguntas que se le hicieron.

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El señor von Osten y Hans el listo en una exhibición


Para la comisión fue prueba suficiente de que no había fraude y la habilidad del caballo “era un prodigio”. Sin embargo, más tarde, se convocó una segunda comisión para seguir investigando su caso. En esta ocasión, el experimento que realizaron fue sutilmente diferente. Se le pidió al señor Von Osten, que le susurrara un número al caballo en el oído izquierdo, mientras un comisario hacía lo mismo en el oído derecho. Luego se le pidió a Hans que realizara la suma y diera con la solución. Respuesta que los comisarios desconocían, ya que nadie conocía el número que le habían susurrado a “Hans el listo”, el cual fracasó y siguió fracasando en todas las pruebas siguientes.

El investigador, Pfungst, descubrió que Hans solo contestaba a la pregunta si alguien a su alcance visual conocía la respuesta.

Cuando le hacían una pregunta a Hans, los observadores adoptaban en un primer inicio, una postura de relajación en su cuerpo, que empezaba a cambiar en el momento que Hans daba el primer golpe.

Los observadores iban adoptando una conducta de expectación y tensión a medida que Hans iba acercándose al resultado. Cuando Hans llegaba al número correcto de golpes, los espectadores se relajaban y seguramente hacían un ligero movimiento, prácticamente imperceptible e inconsciente que Hans interpretaba para no dar más golpes.

Tal fue la decepción del señor Von Osten, que pensó que su caballo le había engañado, murió pobre y desilusionado.

El señor Von Osten había demostrado sin pretenderlo algo mucho más importante que el saber contar y sumar, la gran sensibilidad y capacidad de aprendizaje que los caballos poseen.


El caso de Hans el listo es un claro ejemplo de tantos que habitualmente pasan en la doma de los caballos. Cuando nos creemos que el animal no está aprendiendo nada y sin embargo lo que ocurre, es que está aprendiendo algo distinto a lo que nosotros buscábamos. Esto ocurre porque estamos acostumbrados a mirar siempre las cosas desde nuestra perspectiva antropocentrista.


La verdadera dificultad no es de los caballos, la verdadera dificultad es nuestra, en saber cómo enseñarles bien y justo lo que pretendemos enseñar.


EL ARTE CON LOS CABALLOS NO ES DOMINARLES NI SOMETERLOS ES COMUNICARTE CON ELLOS.

 
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