Mat Boy, sin rivales en muchos cuerpos

juguetito

Usuario nuevo
16 Marzo 2009
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Buscando articulos sobre Jorge Valdivieso me encontre con este otro. Merece la pena leerlo. Es un resumen sobre la historia de Mat Boy, uno de los mejores sangre pura de la hipica argentina:

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Fuente: Revista Palermo Blanca. Extractada de la serie de notas tituladas "Jorge Valdivieso. Gran jockey y mejor persona"

Cuando Armando Bani le ofreció correr a Mat Boy, Jorge no conocía mayormente al hijo de Matun. Lo sabía ganador de algunas carreras condicionales, pero estaba lejos de pensar que se tratase de "el caballo". Le parecía un tanto atrevida la inscripción en el Comparación —entonces clásico de Grupo 2—de 1983, cuando su único antecedente en carreras selectivas (el Jockey Club del año anterior) había terminado en rotundo no placé.

Para colmo, no lo había podido aprontar...

"Tengo un caballo que para mi es un pingo. Voy a ir a darle pasada en Palermo. ¿Podés venir?", le propuso Banni. Jorge le respondió que sí, pero justo esa mañana no consiguió desengancharse de sus compromisos en San Isidro.

"Mirá que anduvo espectacular", le advirtió Elvio Bortulé, su reemplazante en el ensayo. Jorge miró a su colega haciendo un esfuerzo para ocultar su escepticismo, mientras pensaba para sus adentros: "Este estará tomando barato". ¿Una corrida sobre 2.500 metros y le llenó tanto el ojo como para decir que "anduvo espectacular"?. Más atento a sus aprensiones que a esa opinión sincera, no reparó que su servicial colega estaba en condiciones de tirar razonables líneas porque, si bien Mat Boy procedía de dos victorias bajo la conducción de Vilmar Sanguinetti, había sido él quien lo había sacado de perdedor unos meses antes; más exactamente el 21 de diciembre de 1982.

Jorge abordó, pues, aquel Comparación como montado a una caja de sorpresas...
Predispuesto a contemplarlo para no exigirle demasiado en un compromiso que tal vez superase sus fuerzas, trajo a Mat Boy un tanto a la expectativa para no desgastarlo antes de tiempo.

No corrían muchos. Sin embargo, venía encajonado... "Hice como con I’m Glad. Esperé la inclinación del puntero para meterlo, pero tampoco me quería apurar demasiado..." No todo consistía en aprovechar un hueco: después había que disponer de caballo para sostener la posición. Llegado el momento no pudo ya aguantarlo más y entonces se produjo la gran sorpresa... Se filtró al entrar al derecho, lo mandó a la vanguardia y... ¡comenzó a sacar cuerpos!. "¡No se me arrimaba nadie!. ¡No lo podía creer!".

Se impuso por 10 cuerpos, en 2’34" 3/5. Segundo fue Propicio, tercero Tornasolante. Pero en las siguientes actuaciones fueron creciendo las diferencias con sus rivales, como si su evolución no fuese a tener límites. Cada vez ganaba mejor, con mayor amplitud en un "show" único frente a rivales de formidables antecedentes y que incluso luego terminaban "matando" en otras carreras...

En el Gran Premio República Argentina aventajó al mismo Propicio por 13 cuerpos, en 2’33" 4/5 y tercero quedó Clorhidradante.

En el Chacabuco fueron 17 los cuerpos que lo separaron de New Dandy, en 2’35" 2/5, llegando Congresal en la tercera colocación.

Finalmente, en el Gran Premio de Honor, rubricó su victoria un margen raramente visto, no ya en el turf argentino, sino en el turf mundial: ¡38 cuerpos!. 38 cuerpos tras recorrer los 3.000 metros en 3’6" 2/5. Segundo, como quien dice "al rato", entró en este caso Congresal y en tercer lugar finalizó Conquisto Quick.

Mat Boy había logrado por entonces más un cuarto de millón de pesos y era como que desbordaba las empalizadas y las verjas de las pistas argentinas. Otros horizontes estaban clamando por el hijo de Boyera y nieto de Pastiche. La patriada valía la pena. Armando Banni preparó las valijas, pero ¿y Jorge?. ¿Un jockey argentino en hipódromos norteamericanos frente a figuras tan colosales y excluyentes como la de un Angel Cordero?... La decisión parecía no costar demasiado: ¡que sea Cordero!.


Pero era distinto el criterio con respecto al jockey, no obstante que Bani se había manifestado deseoso desde el principio de continuar con el mismo equipo, sin variantes. La idea de contar con un jinete de primera línea en aquellos lares cobró mucha fuerza entre los propietarios porque se pensaba que así se aseguraría la chance del crack. De ahí, entonces, que privase el criterio de contratar los servicios de Angel Cordero para dirigir a Mat Boy.

Cuando lo apalabraron, el famoso piloto portorriqueño respondió con un sí condicionado: lo correría siempre y cuando el caballo participase previamente de una carrera preparatoria y, de ser posible, bajo la conducción de quien lo venía conduciendo.

Pero, por esas cosas del Destino, la precaución de Cordero —que, dicho sea de paso, pidió una suma importante de dinero para la contratación de sus servicios—, sin querer acabó por favorecerlo a Jorge. La tal prueba preparatoria no pudo hacerse y cuando llegó el momento de disputar la que iba "en serio", ahí ya se encontraba él para treparse sobre la cruz del campeón...

Bani, que había viajado antes, lo llamaba y en todos los casos le terminaba preguntando: "¿Cuándo venís?". Cuando al fin viajó, los propietarios le ofrecieron a Jorge que se instalase en un hotel, pero él prefirió irse a vivir a la casita en La Florida (a media hora de viaje del hipódromo de Hialeah Park) que había alquilado Bani. De este modo se integró al grupo prácticamente con un peón más. Jorge lo galopaba, lo aprontaba... Por ahí tomaba conciencia de que era tres los que estaban masajeando al Matún: Carlos Bani (el hijo de Armando), Pedro Cruz y él... Se lo habían tomado con un amor propio único.

Mientras tanto —y al revés de lo ocurrido con el crack— Jorge sí pudo cumplir su propia experiencia de adaptación. Fue con una yegua debutante que, naturalmente, le consiguió Bani.

"Se movía para todos lados. Allá vienen haciendo un juego de brazos para mantener a los caballos derechos. Aquí más que nada se maneja con el cuerpo. Pero ellos manejan como quien maneja un carro..."

Jorge venía zigzagueando detrás del lote. "De ésta me mato", pensó. No se mató, pero llegó último juntando las gorras.

Le sirvió, no obstante, y mucho, haber corrido esta carrera. Fue la mejor forma de "reconocer" la pista y de encontrarse mínimamente en condiciones de afrontar compromisos de tanta responsabilidad como los que le aguardaban. "Estaba ante los partidores y ni siquiera sabía qué decía el stater. Me lo tenía que imaginar". Más fogueado, la historia sería otra con Mat Boy...

Propio de los caballos superiores capaces de afrontar las más dispares contingencias, Mat Boy se adaptó rápidamente al medio norteamericano para ponerse en las mejores condiciones competitivas. Llevó la ventaja, claro, de continuar con el mismo equipo y de no experimentar mayores cambios en sus rutinas de training; pero nada de esto le hubiese alcanzado sin su inmensa calidad. Por otra parte, descartada definitivamente la idea de la carrera preparatoria, el hijo de Matún debería apuntar a una prueba de su categoría de auténtico campeón, es decir, una prueba de Grupo I, sin más trámite...

Cuando los periodistas le preguntaron sobre Mat Boy, Jorge les respondió: "No conozco a los caballos de acá, pero para ganarle van a tener que correr mucho". No era fanfarronería: en los vareos, en los ejercicios, en todos sus movimientos, Mat Boy se mostraba en plenitud. Y Jorge mismo se sentía confiado tras la experiencia de unos días antes con la yegua debutante. "Como largaba de afuera, poco importaba esta vez que no lo entendiese al stater. Sabía que iba a entrar último a las gateras y que ni bien entrase se largaba..."

La presentación del crack en las pistas estadounidenses no pudo haber sido más auspiciosa. Fue en el Windener Handicap (G. I), en Hialeah Park, que ganó con su habitual facilidad y en gran tiempo. "Después me dijeron que si lo seguía exigiendo hubiese batido el record. Me lo comentaron porque allá se le asigna mucha importancia. Yo me guié por la acción del caballo y la diferencia que llevaba. Ya había ganado prácticamente y no se justificaba pedirle más".

Hablar del estallido de alegría del equipo encabezado por Armando Bani sería casi redundante... Se convirtieron en el centro de la atención de toda la comunidad turfística de La Florida y, embriagados por la victoria, se encontraban muy lejos de sospechar el mal momento que les aguardaba...

El Windener Handicap se disputó el sábado. El martes siguiente, por la mañana, mientras Jorge colgaba a Mat Bot, Pedro Cruz terminaba de acomodar la cama y Carlos Bani —el hijo del entrenador— había ido a buscar el balde, comenzaron a aparecer detectives como llovidos de todas partes. Jorge cree que eran del F.B.I. o de la D.E.A., poco importa el detalle de la procedencia. Venían de particular y exhibían chapas identificatorias imposibles de leer con el nerviosismo propio del momento. "Yo petiso y ellos como de dos metros de altura: no necesitaban armas para imponerse. Tipos así te agarran de una oreja y te llevan donde quieren".

Y, efectivamente, les bastaron contados minutos para ejercer un total control de la situación.

"No nos dejaban mover mientras revisaban de arriba a abajo el establo, pero nosotros no supimos qué sucedía hasta que vino un traductor. Entonces nos enteramos: había una denuncia de doping. No podían creer que un caballo argentino, con un cuidador y un jockey argentinos, hubiese ganado reprisando en un medio extraño y en un clásico de Grupo I. Que hayamos podido dar tanta ventaja no entraba dentro de sus cabezas y sospechaban un fraude".

El mismo Jorge había sido blanco de comentarios. Primero fue porque vareaba en pelo. Después por esa costumbre tan suya de montar de un salto, a diferencia de otros de sus colegas que lo hacen en forma más académica y con ayuda. Entre los muchos que se congregaron alrededor de la redonda no faltó quien lo tildase de indio. Un indio rubio, claro.

Armando Bani debió presentarse a declarar en la Comisión de Carreras, pero más contundentes que los dichos del entrenador fueron los resultados de los análisis: no había el menor atisbo de la existencia de sustancias prohibidas. La denuncia carecía de asidero.

"Y, para taparles la boca, fuimos a Gulfstream donde Mat Boy se impuso por 12 cuerpos y en tiempo record".

Fue en el Gulfstream Park Handicap (G.I), performance que quizá haya marcado el punto más alto de su trayectoria. Desgraciadamente a este instante de suprema gloria siguió el súbito ocaso. Cuando Mat Boy afrontó poco después el Pan American Handicap su físico acusaba los estragos de la fiebre que para esos días estaba atacando a la mayoría de los caballos en los hipódromos de Norteamérica. Jorge lo advirtió ya en la suelta y, a poco de andar, le aflojó el cuerpo. No se justificaba martirizarlo: una figuración más o menos notable no agregaba ni quitaba. Mat Boy no necesitaba probar nada más: era un auténtico campeón de las pistas argentinas y... ¡estadounidenses!
 
cito una de las partes mas interesantes:

Finalmente, en el Gran Premio de Honor, rubricó su victoria un margen raramente visto, no ya en el turf argentino, sino en el turf mundial: ¡38 cuerpos!. 38 cuerpos tras recorrer los 3.000 metros en 3’6" 2/5
 
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