Pony era un caballo que me encantaba, porque saltaba con estilo, pero no era del todo fácil, tenías que currártelo para llegar bien y que no rehusara. Hace unos meses tuvo una lesión al caerse él ,con jinete encima por cierto,y aunque gracias a dios no le ocurrió nada al jinete, Pony salió malparado. Lo tuvieron que retirar unos meses. Hoy, después de todo agosto, septiembre y 11 días de Octubre lo he vuelto a montar.
Para qué engañarnos, ya no es el mismo. Pony era enérgico y vivaz, hoy parecía triste y apagado. Pony cuando veía un obstáculo se emocionaba y tenías que retenerle muchísimo para que no se abalanzase sobre él. Hoy, en cambio, ha saltado sin rechistar, pero ha ido muy despacito, como queriendo a pesar de todo colaborar con lo que le pedías, pero sin poder encontrar ritmo. No lo he querido saturar, puesto que es obvio que se resiente de la lesión, y después de haber visto como estaba el patio, y además dándose la casualidad de que una niña se había caído dos veces con un caballo, pues se lo cambié; y así la niña pudo ir tranquilita al trote y yo pude saltar con un caballo un tanto resabiado.
Pony me dió muchas alegrías, porque me enseñó que saltar no es sólo animar al cabalo hacia el salto, sino que tienes que asegurarte de que llegas correctamente, que retienes lo justo, y que cedes en el momento preciso. Lo monté varias veces, había muchas personas que no lo querían, porque decían que rehusaba muchas veces, y que además bajaba la cabeza muchísimo en la recepción del salto. No sé si fue por casualidad o por destino, pero el hecho es que todas las veces que lo monté nunca me pareció que bajase excesivamente la cabeza. A otras personas no las dejaba entrar en la cuadra y a mí jamás me lo impidió. Cuando una persona caía él seguía galopando a sus anchas por la pista, pero cuando yo me caí una vez con él, se paró a mi lado y esperó a que me subiera de nuevo. No lo sé, pero yo le quería mucho. Ahora ya sé que es difícil que vuelva a ser el de antes. Probablemente si no se recupera pase de avanzados a iniciación, para ser montado en clases generalmente tranquilas.
Desde aquí, Pony: gracias por lo que me has enseñado.
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Para qué engañarnos, ya no es el mismo. Pony era enérgico y vivaz, hoy parecía triste y apagado. Pony cuando veía un obstáculo se emocionaba y tenías que retenerle muchísimo para que no se abalanzase sobre él. Hoy, en cambio, ha saltado sin rechistar, pero ha ido muy despacito, como queriendo a pesar de todo colaborar con lo que le pedías, pero sin poder encontrar ritmo. No lo he querido saturar, puesto que es obvio que se resiente de la lesión, y después de haber visto como estaba el patio, y además dándose la casualidad de que una niña se había caído dos veces con un caballo, pues se lo cambié; y así la niña pudo ir tranquilita al trote y yo pude saltar con un caballo un tanto resabiado.
Pony me dió muchas alegrías, porque me enseñó que saltar no es sólo animar al cabalo hacia el salto, sino que tienes que asegurarte de que llegas correctamente, que retienes lo justo, y que cedes en el momento preciso. Lo monté varias veces, había muchas personas que no lo querían, porque decían que rehusaba muchas veces, y que además bajaba la cabeza muchísimo en la recepción del salto. No sé si fue por casualidad o por destino, pero el hecho es que todas las veces que lo monté nunca me pareció que bajase excesivamente la cabeza. A otras personas no las dejaba entrar en la cuadra y a mí jamás me lo impidió. Cuando una persona caía él seguía galopando a sus anchas por la pista, pero cuando yo me caí una vez con él, se paró a mi lado y esperó a que me subiera de nuevo. No lo sé, pero yo le quería mucho. Ahora ya sé que es difícil que vuelva a ser el de antes. Probablemente si no se recupera pase de avanzados a iniciación, para ser montado en clases generalmente tranquilas.
Desde aquí, Pony: gracias por lo que me has enseñado.
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