Bueno, como muchos sabéis, este ha sido mi caballo, al cual tuve que ceder por cuestiones ajenas a mí, y el cual me enteré ayer que falleció a causa de un cólico. Así que me ha parecido que como forma de deshago y de modo de homenaje, os podría contar su historia.
Yo ya llevaba tiempo buscando caballo, pero sin muchas expectativas de tenerlo ya que en aquél momento yo no tenía ingresos y dependía de mi madre. En la cuadra en la que montaba, la (por aquel entonces) pareja de mi madre, conocía a un chico que a su vez conocía a un tratante de caballos, así que fuimos a echarle un vistazo a sus "productos". La mayoría eran españoles (ya sabéis que no es mi raza predilecta para tener), así que pregunté si tenían algún centroeuropeo. Me dijeron que sí, que tenían uno venido de Francia. Me acerqué, y ahí estaba él. Desde luego muy guapo no era, tenía una cabeza más larga que el resto, y además estaba lleno de rozaduras a causa del viaje (supongo que con más caballos y sin mucha seguridad). 1,77 a la cruz, y de edad (me dijeron) 8 años. Me gustó, aunque al hijo de la pareja de mi madre no le convencía. Lo soltaron, se le veía engarrotado porque había estado mucho tiempo en el box (me dijeron que había estado 4 meses parado). Me gustó aún así. Días después fuimos a probarlo (avisando antes) (cabe destacar que en la compra de este caballo cometí todos los errores habidos y por haber), el caballo era comodísimo para ser un centroeuropeo, aunque daba cabezazos al aire y de vez en cuando se "escapaba" a la puerta. Aun así el caballo me gustaba. Un día, estaba en casa, y me encontré una nota que me decía que buscase otra nota que se encontraba en tal parte de la casa. Cada nota me conducía a un objeto diferente, una silla de montar, una cabezada de cuadra, un ramal...hasta que al final me llevó a la carta genealógica y carta de la federación de Prenton (le habían cambiado el nombre, ya que antes se llamaba Massai). Al día siguiente fuimos a verlo a la cuadra (ya lo habían llevado y todo) y lo soltamos, acto seguido se revolcó. Más adelante, se resfrió, y tuve que ir todos los días a curarle e inyectarle antibióticos y pasearlo del ramal para que estirase las patas. Cuando sanó, empezó el entrenador a montarlo. El caballo cogió la manía de agachar la cabeza de pronto y quitar las riendas, además de escaparse por donde quería. El entrenador el ató cuerdas (de esas con las que se ata el heno) de la silla al bocado (además le había puesto doble rienda) y adjuntado unas riendas fijas: resultado, todo roto (hasta las riendas normales) y el caballo cogió la manía de ponerse a dos patas. Como el entrenador no se hacía con él, y el caballo cada vez actuaba peor, nos dijo que lo llevásemos al matadero, que no servía, y que él tenía caballos mejores para nosotros.
Yo empeñada en sacarlo adelante, al final lo cambiamos de cuadra, donde empezaron de cero con él. Dándole cuerda, y montándolo el entrenador, mientras yo daba clases con otros caballos para prepararme para montar a Prenton. Al hijo de la pareja de mi madre no le gustaba el sitio, y se cansó del caballo, y nos dejaron plantadas. Mi madre que lo había comprado para hacerle la gracia al niño, me dijo que lo iba a vender, que disfrutase de él cuanto pudiera. Así que empecé a montarlo, y me enseñaron a cómo reaccionar para que poco a poco se le fuese quitando el vicio de ponerse a dos patas y de cabecear. Al final lo conseguimos y el caballo parecía que iba bien. Pero de vez en cuando le daban rebotes y se encabritaba, a lo que el entrenador actual reaccionaba dándole fustazos (una vez muy cerca del ojo y casi queda tuerto). Cuando yo estaba lo suficientemente confiada con el caballo, fui por mi cuenta, de manera que sólo lo cogía yo. Intenté tratarlo con suavidad, de manera que no tuviese que pegarle fustazos por cada cosa que hiciese mal, y recompensando cuando iba bien. Tenía la manía de salirse de pista, pero poco a poco se le fue. Fue mejorando, le cambie de pelham a filete. Se descontrolaba bastante, y a galope no atendía a razones, tanto que una vez se chocó contra un caballo. Pero poco a poco iba a mejor y se le fue yendo. Ya empezaba a ser un caballo normal, e incluso hacía alargamientos. Hasta que mi madre dijo que ya, que le cedía el caballo al hijo de su ex. Tiempo después el niño dijo que no lo quería y lo dieron a otro señor (esto sin avisar), que lo vendió a otro, y ese otro a la dueña que lo tenía hace poco. Cuando contacté con ella y fui a verlo, el caballo era un esqueleto andante, lleno de rozaduras por todas partes. La chica lo cuidó, pero Prenton no le servía para lo que quería. Se compró otro caballo y a Prenton lo dejó un poco de lado. Lo último que sé, es que se lo cedió a una amiga para que lo sacase más, y un día, le dio un cólico, estuvieron seis horas con él, pero fue inevitable.
Así que me queda el consuelo de que al menos ha descansado por fin y que me ha enseñado la mayoría de lo que sé. Si lo habéis leído todo, gracias y perdón por el tostón. Seguramente esté un poco ausente del foro estos días. Un saludo.
Yo ya llevaba tiempo buscando caballo, pero sin muchas expectativas de tenerlo ya que en aquél momento yo no tenía ingresos y dependía de mi madre. En la cuadra en la que montaba, la (por aquel entonces) pareja de mi madre, conocía a un chico que a su vez conocía a un tratante de caballos, así que fuimos a echarle un vistazo a sus "productos". La mayoría eran españoles (ya sabéis que no es mi raza predilecta para tener), así que pregunté si tenían algún centroeuropeo. Me dijeron que sí, que tenían uno venido de Francia. Me acerqué, y ahí estaba él. Desde luego muy guapo no era, tenía una cabeza más larga que el resto, y además estaba lleno de rozaduras a causa del viaje (supongo que con más caballos y sin mucha seguridad). 1,77 a la cruz, y de edad (me dijeron) 8 años. Me gustó, aunque al hijo de la pareja de mi madre no le convencía. Lo soltaron, se le veía engarrotado porque había estado mucho tiempo en el box (me dijeron que había estado 4 meses parado). Me gustó aún así. Días después fuimos a probarlo (avisando antes) (cabe destacar que en la compra de este caballo cometí todos los errores habidos y por haber), el caballo era comodísimo para ser un centroeuropeo, aunque daba cabezazos al aire y de vez en cuando se "escapaba" a la puerta. Aun así el caballo me gustaba. Un día, estaba en casa, y me encontré una nota que me decía que buscase otra nota que se encontraba en tal parte de la casa. Cada nota me conducía a un objeto diferente, una silla de montar, una cabezada de cuadra, un ramal...hasta que al final me llevó a la carta genealógica y carta de la federación de Prenton (le habían cambiado el nombre, ya que antes se llamaba Massai). Al día siguiente fuimos a verlo a la cuadra (ya lo habían llevado y todo) y lo soltamos, acto seguido se revolcó. Más adelante, se resfrió, y tuve que ir todos los días a curarle e inyectarle antibióticos y pasearlo del ramal para que estirase las patas. Cuando sanó, empezó el entrenador a montarlo. El caballo cogió la manía de agachar la cabeza de pronto y quitar las riendas, además de escaparse por donde quería. El entrenador el ató cuerdas (de esas con las que se ata el heno) de la silla al bocado (además le había puesto doble rienda) y adjuntado unas riendas fijas: resultado, todo roto (hasta las riendas normales) y el caballo cogió la manía de ponerse a dos patas. Como el entrenador no se hacía con él, y el caballo cada vez actuaba peor, nos dijo que lo llevásemos al matadero, que no servía, y que él tenía caballos mejores para nosotros.
Yo empeñada en sacarlo adelante, al final lo cambiamos de cuadra, donde empezaron de cero con él. Dándole cuerda, y montándolo el entrenador, mientras yo daba clases con otros caballos para prepararme para montar a Prenton. Al hijo de la pareja de mi madre no le gustaba el sitio, y se cansó del caballo, y nos dejaron plantadas. Mi madre que lo había comprado para hacerle la gracia al niño, me dijo que lo iba a vender, que disfrutase de él cuanto pudiera. Así que empecé a montarlo, y me enseñaron a cómo reaccionar para que poco a poco se le fuese quitando el vicio de ponerse a dos patas y de cabecear. Al final lo conseguimos y el caballo parecía que iba bien. Pero de vez en cuando le daban rebotes y se encabritaba, a lo que el entrenador actual reaccionaba dándole fustazos (una vez muy cerca del ojo y casi queda tuerto). Cuando yo estaba lo suficientemente confiada con el caballo, fui por mi cuenta, de manera que sólo lo cogía yo. Intenté tratarlo con suavidad, de manera que no tuviese que pegarle fustazos por cada cosa que hiciese mal, y recompensando cuando iba bien. Tenía la manía de salirse de pista, pero poco a poco se le fue. Fue mejorando, le cambie de pelham a filete. Se descontrolaba bastante, y a galope no atendía a razones, tanto que una vez se chocó contra un caballo. Pero poco a poco iba a mejor y se le fue yendo. Ya empezaba a ser un caballo normal, e incluso hacía alargamientos. Hasta que mi madre dijo que ya, que le cedía el caballo al hijo de su ex. Tiempo después el niño dijo que no lo quería y lo dieron a otro señor (esto sin avisar), que lo vendió a otro, y ese otro a la dueña que lo tenía hace poco. Cuando contacté con ella y fui a verlo, el caballo era un esqueleto andante, lleno de rozaduras por todas partes. La chica lo cuidó, pero Prenton no le servía para lo que quería. Se compró otro caballo y a Prenton lo dejó un poco de lado. Lo último que sé, es que se lo cedió a una amiga para que lo sacase más, y un día, le dio un cólico, estuvieron seis horas con él, pero fue inevitable.
Así que me queda el consuelo de que al menos ha descansado por fin y que me ha enseñado la mayoría de lo que sé. Si lo habéis leído todo, gracias y perdón por el tostón. Seguramente esté un poco ausente del foro estos días. Un saludo.