¡Hola a todos! Suelo comentar muy poco en este grupo aunque leo casi todo y he publicado ya varias veces desde que llegó mi caballo Altivo. Lo volveré a presentar aunque os dejo aquí todos los posts en orden cronológico por si tenéis curiosidad:
*http://www.laequitacion.com/showthread.php?t=24689
*http://www.laequitacion.com/showthread.php?t=24734
*http://www.laequitacion.com/showthread.php?t=24868
*http://www.laequitacion.com/showthread.php?t=25330
Desde la última vez que publiqué, han ocurrido bastantes cosas. De hecho, llevan ocurriendo desde antes, aunque no las llegué a mencionar. Preparaos para una historia un poco larga.
En primer lugar, dar cuerda se convirtió en uno de nuestros principales problemas. Concretamente, dar cuerda a la derecha. Nos creó mucha frustración. Altivo estaba desequilibrado e intentaba huir yéndose hacia la izquierda. Todos los días, al paso, al trote y al galope. Era desesperante. Yo cada día me enfadaba más y le perseguía con la tralla haciéndole correr más rápido para no darle opción a que se diera la vuelta. Finalmente descubrí Straightness Training, un tipo de doma que empieza con el trabajo pie a tierra basándose en que el caballo tiene una asimetría y un desequilibrio natural y siguiendo los principios del Academic Art of Riding. Suavicé un poco mi mentalidad, compré una cabezada de dar cuerda e intenté ayudarle con trabajo en la mano, en lugar de forzarle a correr en círculos hacia la derecha. Su "premio" por hacer bien algunos círculos al paso hacia la derecha era descansar un poco y hacerlos hacia la izquierda, donde se encontraba más cómodo.
Aunque eso mejoró un poco su equilibrio, no pude seguir trabajando al caballo en la mano porque otros problemas siguieron al primero. Siempre me ha gustado comunicarme con el caballo en libertad y jugábamos a menudo. No seguía ningún método de doma natural por si surge la duda. En cualquier caso, tuve que dejar de hacer eso también, ya que Altivo se volvió una máquina de pegar mordiscos. No es que los diera en libertad o con el trabajo en la mano, es que lo hacía a todas horas. En el cepillado, en la ducha, dándole una caricia en el cuello, estando a su lado sin hacer nada, etc. No eran mordiscos agresivos pero eran mordisquitos molestos que generalmente solo tiraban de la ropa, aunque con buen tiempo algún buen pellizco me he llevado... La única solución que tenía a mano era darle un bofetón, que nunca funcionaba. Con el tiempo la cosa fue empeorando. El comportamiento de Altivo se empezó a volver peligroso, hasta el punto de que, aparte de los mordiscos, me lanzaba patadas, salía galopando y se botaba cuando iba del ramal, salía del box o del paddock arrasando con todo y todos, se escapaba y no podía manejarlo con seguridad. Hasta que un día sucedió. A finales del invierno, saliendo del paddock yo lo llevaba del ramal y le dejé investigar a las gallinas, que estaban en nuestro camino. El gallo se alteró y Altivo soltó una patada que me dio en la muñeca. Afortunadamente fue de refilón y solo me llevé la raja y el dolor. Pero me abrió los ojos, ya que la siguiente vez podría no tener tanta suerte.
Fue cuando me puse en contacto con una chica que se ofreció a ayudarme por email. Las razones por las que no acudí A alguien de la hípica me las guardo para mi, es otra historia, pero si tenéis interés puedo contestarlo por privado. Esta chica me explicó en términos generales y no tan generales el comportamiento y la comunicación de los caballos, temas de liderazgo, entre otras cosas. Supongo que lo podría llamar doma natural, aunque más estilo Lucy Rees que otra cosa, y bastante alejada de Parelli y compañía. Yo le enviaba vídeos y ella comentaba y me daba consejos, y me recomendaba ejercicios que podía hacer pie a tierra y con seguridad. Conseguí al menos poder manejar al caballo con cierta seguridad y compartir territorio con él sin mordiscos o patadas, aunque nuestra relación no mejoró realmente. Trataba con el caballo lo justo y necesario y me centré en montar.
Por diversas razones fui dejando la pista y las clases y empecé a salir más al campo, cosa que ambos disfrutábamos bastante.* Llegó un momento que no utilizaba la pista más que para calentar al paso antes de salir. Hacíamos rutas de varias horas a la dehesa y era increíble. Incluso acabamos metidos en el agua varias veces, aunque Altivo tenía miedo al principio, lo acabó dejando atrás. Fui ganando confianza al galope, cosa que me daba muchísima ansiedad, ya que sentía que tenía falta de control en él. Cada vez que salíamos teníamos unas galopadas fantásticas. Ya no tenía miedo ni ansiedad, me dejaba ir y confiaba que el caballo pararía cuando le indicase. Un día que había llovido, hicimos una carrera por un camino de arena, cual fue mi torpeza que antes de disminuir la velocidad lo metí en la hierba sin darme cuenta y ¡PUM! Se acabó lo que se daba. Altivo se fue al suelo y yo detrás de él, por suerte cada uno por nuestro lado y gracias a la montura vaquera y que resbalamos en hierba sin piedras no hubo más daños. Excepto que me partí la clavícula. Por suerte Altivo no se llevó ni un rasguño. Se levantó inmediatamente y se puso a comer pegado a mi, no estaba nada alterado ni tenía intención de salir corriendo. Agradecí inmensamente eso ya que yo estaba más preocupada por él que por mi. Después de comprobar que estaba bien me volví a subir con alguna dificultad y emprendimos la vuelta a la hípica, que duró bastante más de una hora. Altivo se portó deliciosamente, lo llevaba casi sin riendas debido a mis molestias, bajó por cuestas de piedras, cruzó el río sin problemas e incluso se metió en el lago conmigo sin ningún caballo más. Desgraciadamente ahí se acabó el montar.
Y aquí empieza nuestra última aventura. Romperse un hueso nada más empezar las vacaciones ya es fastidioso sin caballo del que ocuparse, jajaja. Pero llega un momento en el que, cuando nada funciona, es hora de volverse creativo. Dos meses después del accidente miré hacia atrás y me di cuenta de que tenía un caballo nuevo.
Cuando voy a buscarle al paddock, tengo que quitar dos troncos de madera que hacen de puerta. Bien, pues quito el de arriba y le enseño la cabezada a Altivo, que me ayuda metiendo su hocico en ella. Suelto el ramal, que queda colgando, mientras Altivo espera a que yo quite el segundo tronco. Ahora tengo un caballo que se queda quieto enfrente de una puerta abierta que da a un gran prado. Cojo el ramal y el caballo sigue quieto. Doy la señal de "vamos, chico" y el caballo se pone a caminar pacientemente, sin adelantarme jamás. Los últimos días antes de irme de vacaciones, me lo llevaba sin ramal a todas partes. Ahora tengo un caballo que camina a mi lado atendiendo las señales de "whoa", "paso" y "atrás" sin necesidad de tener un ramal. Que se queda quieto cuando le doy con el spray antimoscas. Que viene desde el otro lado de la pista cuando le silbo, al trote y con las orejas apuntando hacia mi. Que no muerde y no tiene intención alguna de hacerme daño. Que no es dominante y me demostró que nunca lo fue. Que espera pacientemente a que le de un premio y por muy pequeño que sea me lo coge con sumo cuidado de las manos. Que no hurga en mi bolsa abierta de trozos de zanahoria. Que pasa rato conmigo en total libertad y está encantado con los pequeños retos que le planteo, aunque podría irse en cualquier momento. Que juega conmigo a coger la manzana de un cubo de agua y cuando se frustra porque no lo consigue me da besos para intentar comprarme. Que me ha demostrado la inteligencia que pueden llegar a tener estos animales. Que me ha demostrado la poca inteligencia que nosotros podemos llegar a tener. Y aún así, nos perdonan una falta detrás de otra. Hasta que no aguantan más. Esa que hacen ellos la condenamos en lugar de perdonar. Y es que no aceptamos no recibir respeto, pero para recibir... primero hay que dar. Y cuando das un poco, lo recibes TODO. Así son los caballos.
No es magia, es ciencia. Psicología, en concreto. Para el que tenga curiosidad puede leer un poco sobre el condicionamiento operante y otras teorías del aprendizaje.
*https://kopher.wordpress.com/2009/05/24/comportamiento-animal-y-tipos-de-aprendizaje/
Todo esto que os he contado de mi caballo lo he conseguido en dos meses únicamente usando refuerzo positivo y un clicker. Suena muy circense, pero es una fuerte herramienta para modificar y moldear comportamientos a tu gusto. Tan solo recibes lo que refuerzas. También es válido para la doma natural y tradicional, aunque el refuerzo que estas usan es negativo y el castigo por desgracia está demasiado presente.
Pondré fotos en cuanto vuelva de las vacaciones, espero que os haya gustado mi novela jajaja y se acepta cualquier pregunta siempre y cuando sea con respeto. Por cierto, ya estoy casi curada de la clavícula y todo quedó en una experiencia. ¡Desde luego una que ha conseguido cambiar mi perspectiva!
*http://www.laequitacion.com/showthread.php?t=24689
*http://www.laequitacion.com/showthread.php?t=24734
*http://www.laequitacion.com/showthread.php?t=24868
*http://www.laequitacion.com/showthread.php?t=25330
Desde la última vez que publiqué, han ocurrido bastantes cosas. De hecho, llevan ocurriendo desde antes, aunque no las llegué a mencionar. Preparaos para una historia un poco larga.
En primer lugar, dar cuerda se convirtió en uno de nuestros principales problemas. Concretamente, dar cuerda a la derecha. Nos creó mucha frustración. Altivo estaba desequilibrado e intentaba huir yéndose hacia la izquierda. Todos los días, al paso, al trote y al galope. Era desesperante. Yo cada día me enfadaba más y le perseguía con la tralla haciéndole correr más rápido para no darle opción a que se diera la vuelta. Finalmente descubrí Straightness Training, un tipo de doma que empieza con el trabajo pie a tierra basándose en que el caballo tiene una asimetría y un desequilibrio natural y siguiendo los principios del Academic Art of Riding. Suavicé un poco mi mentalidad, compré una cabezada de dar cuerda e intenté ayudarle con trabajo en la mano, en lugar de forzarle a correr en círculos hacia la derecha. Su "premio" por hacer bien algunos círculos al paso hacia la derecha era descansar un poco y hacerlos hacia la izquierda, donde se encontraba más cómodo.
Aunque eso mejoró un poco su equilibrio, no pude seguir trabajando al caballo en la mano porque otros problemas siguieron al primero. Siempre me ha gustado comunicarme con el caballo en libertad y jugábamos a menudo. No seguía ningún método de doma natural por si surge la duda. En cualquier caso, tuve que dejar de hacer eso también, ya que Altivo se volvió una máquina de pegar mordiscos. No es que los diera en libertad o con el trabajo en la mano, es que lo hacía a todas horas. En el cepillado, en la ducha, dándole una caricia en el cuello, estando a su lado sin hacer nada, etc. No eran mordiscos agresivos pero eran mordisquitos molestos que generalmente solo tiraban de la ropa, aunque con buen tiempo algún buen pellizco me he llevado... La única solución que tenía a mano era darle un bofetón, que nunca funcionaba. Con el tiempo la cosa fue empeorando. El comportamiento de Altivo se empezó a volver peligroso, hasta el punto de que, aparte de los mordiscos, me lanzaba patadas, salía galopando y se botaba cuando iba del ramal, salía del box o del paddock arrasando con todo y todos, se escapaba y no podía manejarlo con seguridad. Hasta que un día sucedió. A finales del invierno, saliendo del paddock yo lo llevaba del ramal y le dejé investigar a las gallinas, que estaban en nuestro camino. El gallo se alteró y Altivo soltó una patada que me dio en la muñeca. Afortunadamente fue de refilón y solo me llevé la raja y el dolor. Pero me abrió los ojos, ya que la siguiente vez podría no tener tanta suerte.
Fue cuando me puse en contacto con una chica que se ofreció a ayudarme por email. Las razones por las que no acudí A alguien de la hípica me las guardo para mi, es otra historia, pero si tenéis interés puedo contestarlo por privado. Esta chica me explicó en términos generales y no tan generales el comportamiento y la comunicación de los caballos, temas de liderazgo, entre otras cosas. Supongo que lo podría llamar doma natural, aunque más estilo Lucy Rees que otra cosa, y bastante alejada de Parelli y compañía. Yo le enviaba vídeos y ella comentaba y me daba consejos, y me recomendaba ejercicios que podía hacer pie a tierra y con seguridad. Conseguí al menos poder manejar al caballo con cierta seguridad y compartir territorio con él sin mordiscos o patadas, aunque nuestra relación no mejoró realmente. Trataba con el caballo lo justo y necesario y me centré en montar.
Por diversas razones fui dejando la pista y las clases y empecé a salir más al campo, cosa que ambos disfrutábamos bastante.* Llegó un momento que no utilizaba la pista más que para calentar al paso antes de salir. Hacíamos rutas de varias horas a la dehesa y era increíble. Incluso acabamos metidos en el agua varias veces, aunque Altivo tenía miedo al principio, lo acabó dejando atrás. Fui ganando confianza al galope, cosa que me daba muchísima ansiedad, ya que sentía que tenía falta de control en él. Cada vez que salíamos teníamos unas galopadas fantásticas. Ya no tenía miedo ni ansiedad, me dejaba ir y confiaba que el caballo pararía cuando le indicase. Un día que había llovido, hicimos una carrera por un camino de arena, cual fue mi torpeza que antes de disminuir la velocidad lo metí en la hierba sin darme cuenta y ¡PUM! Se acabó lo que se daba. Altivo se fue al suelo y yo detrás de él, por suerte cada uno por nuestro lado y gracias a la montura vaquera y que resbalamos en hierba sin piedras no hubo más daños. Excepto que me partí la clavícula. Por suerte Altivo no se llevó ni un rasguño. Se levantó inmediatamente y se puso a comer pegado a mi, no estaba nada alterado ni tenía intención de salir corriendo. Agradecí inmensamente eso ya que yo estaba más preocupada por él que por mi. Después de comprobar que estaba bien me volví a subir con alguna dificultad y emprendimos la vuelta a la hípica, que duró bastante más de una hora. Altivo se portó deliciosamente, lo llevaba casi sin riendas debido a mis molestias, bajó por cuestas de piedras, cruzó el río sin problemas e incluso se metió en el lago conmigo sin ningún caballo más. Desgraciadamente ahí se acabó el montar.
Y aquí empieza nuestra última aventura. Romperse un hueso nada más empezar las vacaciones ya es fastidioso sin caballo del que ocuparse, jajaja. Pero llega un momento en el que, cuando nada funciona, es hora de volverse creativo. Dos meses después del accidente miré hacia atrás y me di cuenta de que tenía un caballo nuevo.
Cuando voy a buscarle al paddock, tengo que quitar dos troncos de madera que hacen de puerta. Bien, pues quito el de arriba y le enseño la cabezada a Altivo, que me ayuda metiendo su hocico en ella. Suelto el ramal, que queda colgando, mientras Altivo espera a que yo quite el segundo tronco. Ahora tengo un caballo que se queda quieto enfrente de una puerta abierta que da a un gran prado. Cojo el ramal y el caballo sigue quieto. Doy la señal de "vamos, chico" y el caballo se pone a caminar pacientemente, sin adelantarme jamás. Los últimos días antes de irme de vacaciones, me lo llevaba sin ramal a todas partes. Ahora tengo un caballo que camina a mi lado atendiendo las señales de "whoa", "paso" y "atrás" sin necesidad de tener un ramal. Que se queda quieto cuando le doy con el spray antimoscas. Que viene desde el otro lado de la pista cuando le silbo, al trote y con las orejas apuntando hacia mi. Que no muerde y no tiene intención alguna de hacerme daño. Que no es dominante y me demostró que nunca lo fue. Que espera pacientemente a que le de un premio y por muy pequeño que sea me lo coge con sumo cuidado de las manos. Que no hurga en mi bolsa abierta de trozos de zanahoria. Que pasa rato conmigo en total libertad y está encantado con los pequeños retos que le planteo, aunque podría irse en cualquier momento. Que juega conmigo a coger la manzana de un cubo de agua y cuando se frustra porque no lo consigue me da besos para intentar comprarme. Que me ha demostrado la inteligencia que pueden llegar a tener estos animales. Que me ha demostrado la poca inteligencia que nosotros podemos llegar a tener. Y aún así, nos perdonan una falta detrás de otra. Hasta que no aguantan más. Esa que hacen ellos la condenamos en lugar de perdonar. Y es que no aceptamos no recibir respeto, pero para recibir... primero hay que dar. Y cuando das un poco, lo recibes TODO. Así son los caballos.
No es magia, es ciencia. Psicología, en concreto. Para el que tenga curiosidad puede leer un poco sobre el condicionamiento operante y otras teorías del aprendizaje.
*https://kopher.wordpress.com/2009/05/24/comportamiento-animal-y-tipos-de-aprendizaje/
Todo esto que os he contado de mi caballo lo he conseguido en dos meses únicamente usando refuerzo positivo y un clicker. Suena muy circense, pero es una fuerte herramienta para modificar y moldear comportamientos a tu gusto. Tan solo recibes lo que refuerzas. También es válido para la doma natural y tradicional, aunque el refuerzo que estas usan es negativo y el castigo por desgracia está demasiado presente.
Pondré fotos en cuanto vuelva de las vacaciones, espero que os haya gustado mi novela jajaja y se acepta cualquier pregunta siempre y cuando sea con respeto. Por cierto, ya estoy casi curada de la clavícula y todo quedó en una experiencia. ¡Desde luego una que ha conseguido cambiar mi perspectiva!