Abro este nuevo post para no machacar el de Palomitu.
Esta es una carta ....un tanto curiosa
Carta de un caballo viejo a un senador
Víctor Manuel Domínguez, Lux Info Press
LA HABANA, Cuba - Junio - Mi buen relinchante y nunca bien apaleado equino Incitatus el percherón. Respetado cuadrúpedo:
En esta hora tan negra como el ala de un totí, aspiro a que su fantasma de senador jamelgo impida que sea cenado el rucio que suscribe, víctima de los desmanes que de la zeca a la meca imponen los animales de dos pies a nuestra sufrida especie.
¡Me duele hasta el relincho, senador!
Descendiente de una rancia estirpe de corceles de batalla en los zarzales, arroyuelos, montañas y cañadas de mi querida Isla desde que Hatuey fue frito en una ceiba en Yara, hasta el último cañonazo que ensordeció a Cervera en Santiago de Cuba -amén de otras escaramuzas épicas e hípicas en años posteriores- he terminado uncido a un coche trepidante para tirar pasajes como un vulgar penco de ocasión.
Y ahí comenzó mi descabellamiento, admirado solípedo. De nada me sirvieron los certificados de buena conducta y eficiencia como semental en la granja equina "La gozadera infinita" ni los aportes en materia fecal para el alumbrado de vaquerías y caseríos de bajo costo, la locomoción de algunos automóviles, y mucho menos otros servicios que hoy de sólo mencionarlos resultan subversivos al encontrarse un pozo de petróleo en Venezuela que desemboca en la bahía de Mariel.
Además, sentí una gran desilusión cuando vi conducir al penquito Coleto al matadero sólo por atacar a dentelladas a una mancha verde milicianas que hacían maniobras en un potrero, al confundir sus glúteos uniformados, sus desglúteos de rana o sus gluteantes monumentos estilo Tongolele con promontorios de hierba fresca tan difícil de alcanzar en Cuba como visa de sorteo.
Todo eso fue tan cruel cual disulfuro echado en el trasero de un potrico, como yegua renuente a mis requiebros de patadas y relinchos o similar a un enjambre de tábanos aguijoneando mi piel digna de un taburete para dirigentes u otras animalidades.
Pero esto no es lo peor. Lo más difícil es la humillación constante, el ajetreo impreciso a cualquier hora del día o de la noche, transportando a personas bullangueras, amargadas, desposeídas de alma y de dinero, que se muestran ajenas al aguacero de fuetazos, tirones de brida y al impúdico vaivén del saquito de yute con mis desperdicios diarios.
Y ni hablar de mi amo, más bruto que yo por culpa de sus desgracias personales, su falta de valor y el miedo a que le retiren la licencia para alimentarse maltratándome.
Y no es que no me ame, aguerrido pencazo, pues cada día amanece con los ojos enrojecidos de tanto escudriñar la oscuridad del cuarto -donde duermo atado a una pata de la cama- con una mano acalambrada de empuñar el machete y la otra sobre el gatillo del arcabuz en espera de uno de tantos malhechores que añoran convertirme en tasajo aunque no sea de Montevideo.
Pero mi preocupación está, benemérita bestia, en que durante la reunión sostenida entre 177 conductores de coches tirados por caballos -afiliados al Ministerio de Transporte (MITRANS)- con dirigentes del partido y de Higiene y Epidemiología, junto a otros factores humanos que deshumanizan la existencia, se decidió retirar la miel nuestra de cada día, sustituta emergente de la pangola por estímulo y de la hierba normada, ambas víctimas de la sequía y la descuajeringazón del financiamiento para la agricultura.
¡Y ahí ardió el pastizal, invencible trotón! Varios cocheros abandonaron la sala, otros se pusieron de pie fuete en mano, algunos se arrellanaron en los asientos sin importarles los amagos de tétano que afloraba en la punta de los mohosos alambres de un sofá para tres, y el resto despertó ante el barullo de los indignados representantes del partido.
Porque, oiga, no es fácil que después de pagar 66.60 pesos mensuales a la Oficina Nacional de Administración Tributaria (ONAT), siete al Cuerpo de Vigilancia y Protección (CVP) y 12 de pesebre diario, más las multas, coimas, chantajes, veterinarios, agentes de tránsito, inspectores de la salud, la muerte, el estornudo, la meadera y los analistas del cabajón de caballo en el Período Especial, vengan a decirles que las 50 toneladas de miel asignadas para la sobrevivencia de los pencos serán desviadas para fabricar alcohol para la población.
Y es abusivo, insigne percherón, noble rocín, que después de contribuir al traslado de más de 30 mil pasajeros diarios, se nos quiera enviar a un tejar a dar vueltas para ablandar el barro con el que construir albergues ahorradores, y de no aceptar se nos convierta en "Fricasé de Relinchos" para homenajear a los vanguardias de un transporte automotor que aparece con la frecuencia del cometa Halley.
Entonces me pregunto: ¿Quién reconoce hoy mi aporte de horas voluntarias en el acarreo de escombros del hospital infantil que se construye en Bayamo hace sólo treinta años? ¿Cuándo pondrán medallas al mérito en las ilustres mataduras que cuartean mi piel de tantos fiñes aguijoneando mi cuerpo durante los planes de la calle? ¿Cómo me retribuirán las horas dominicales que sin pienso, maíz, pangola, miel, cartones y otras hierbas de mi canasta básica familiar doné para la recogida de basura de mi cuadra ante la ausencia de unos carros sin piezas de repuesto ni gasolina sólo adquiribles en los montes Himalayas y Venezuela, respectivamente?
¡Nunca!, preclara guindaleta, honorable matalón, mientras los nobles brutos seamos tomados de las riendas por brutos nobles que bajo la supuesta superioridad de los centauros sobre las puras bestias se arrogan el derecho a programar relinchos, dosificar los pedos y condicionar el trote de acuerdo a sus intereses, si no queremos terminar convertidos en tasajo bayamés, carnaje guantanamero, mojama habanera, cecina pinareña, en fin, salazón cubana.
Convencido de que alzará sus patas en defensa de los pencos de ocasión aunque a otros caballejos les dé una pataleta, queda de Ud., con sinceros relinchos, su fiel admirador, Caballo Viejo
Saludos y buenas reflexiones.
Esta es una carta ....un tanto curiosa
Carta de un caballo viejo a un senador
Víctor Manuel Domínguez, Lux Info Press
LA HABANA, Cuba - Junio - Mi buen relinchante y nunca bien apaleado equino Incitatus el percherón. Respetado cuadrúpedo:
En esta hora tan negra como el ala de un totí, aspiro a que su fantasma de senador jamelgo impida que sea cenado el rucio que suscribe, víctima de los desmanes que de la zeca a la meca imponen los animales de dos pies a nuestra sufrida especie.
¡Me duele hasta el relincho, senador!
Descendiente de una rancia estirpe de corceles de batalla en los zarzales, arroyuelos, montañas y cañadas de mi querida Isla desde que Hatuey fue frito en una ceiba en Yara, hasta el último cañonazo que ensordeció a Cervera en Santiago de Cuba -amén de otras escaramuzas épicas e hípicas en años posteriores- he terminado uncido a un coche trepidante para tirar pasajes como un vulgar penco de ocasión.
Y ahí comenzó mi descabellamiento, admirado solípedo. De nada me sirvieron los certificados de buena conducta y eficiencia como semental en la granja equina "La gozadera infinita" ni los aportes en materia fecal para el alumbrado de vaquerías y caseríos de bajo costo, la locomoción de algunos automóviles, y mucho menos otros servicios que hoy de sólo mencionarlos resultan subversivos al encontrarse un pozo de petróleo en Venezuela que desemboca en la bahía de Mariel.
Además, sentí una gran desilusión cuando vi conducir al penquito Coleto al matadero sólo por atacar a dentelladas a una mancha verde milicianas que hacían maniobras en un potrero, al confundir sus glúteos uniformados, sus desglúteos de rana o sus gluteantes monumentos estilo Tongolele con promontorios de hierba fresca tan difícil de alcanzar en Cuba como visa de sorteo.
Todo eso fue tan cruel cual disulfuro echado en el trasero de un potrico, como yegua renuente a mis requiebros de patadas y relinchos o similar a un enjambre de tábanos aguijoneando mi piel digna de un taburete para dirigentes u otras animalidades.
Pero esto no es lo peor. Lo más difícil es la humillación constante, el ajetreo impreciso a cualquier hora del día o de la noche, transportando a personas bullangueras, amargadas, desposeídas de alma y de dinero, que se muestran ajenas al aguacero de fuetazos, tirones de brida y al impúdico vaivén del saquito de yute con mis desperdicios diarios.
Y ni hablar de mi amo, más bruto que yo por culpa de sus desgracias personales, su falta de valor y el miedo a que le retiren la licencia para alimentarse maltratándome.
Y no es que no me ame, aguerrido pencazo, pues cada día amanece con los ojos enrojecidos de tanto escudriñar la oscuridad del cuarto -donde duermo atado a una pata de la cama- con una mano acalambrada de empuñar el machete y la otra sobre el gatillo del arcabuz en espera de uno de tantos malhechores que añoran convertirme en tasajo aunque no sea de Montevideo.
Pero mi preocupación está, benemérita bestia, en que durante la reunión sostenida entre 177 conductores de coches tirados por caballos -afiliados al Ministerio de Transporte (MITRANS)- con dirigentes del partido y de Higiene y Epidemiología, junto a otros factores humanos que deshumanizan la existencia, se decidió retirar la miel nuestra de cada día, sustituta emergente de la pangola por estímulo y de la hierba normada, ambas víctimas de la sequía y la descuajeringazón del financiamiento para la agricultura.
¡Y ahí ardió el pastizal, invencible trotón! Varios cocheros abandonaron la sala, otros se pusieron de pie fuete en mano, algunos se arrellanaron en los asientos sin importarles los amagos de tétano que afloraba en la punta de los mohosos alambres de un sofá para tres, y el resto despertó ante el barullo de los indignados representantes del partido.
Porque, oiga, no es fácil que después de pagar 66.60 pesos mensuales a la Oficina Nacional de Administración Tributaria (ONAT), siete al Cuerpo de Vigilancia y Protección (CVP) y 12 de pesebre diario, más las multas, coimas, chantajes, veterinarios, agentes de tránsito, inspectores de la salud, la muerte, el estornudo, la meadera y los analistas del cabajón de caballo en el Período Especial, vengan a decirles que las 50 toneladas de miel asignadas para la sobrevivencia de los pencos serán desviadas para fabricar alcohol para la población.
Y es abusivo, insigne percherón, noble rocín, que después de contribuir al traslado de más de 30 mil pasajeros diarios, se nos quiera enviar a un tejar a dar vueltas para ablandar el barro con el que construir albergues ahorradores, y de no aceptar se nos convierta en "Fricasé de Relinchos" para homenajear a los vanguardias de un transporte automotor que aparece con la frecuencia del cometa Halley.
Entonces me pregunto: ¿Quién reconoce hoy mi aporte de horas voluntarias en el acarreo de escombros del hospital infantil que se construye en Bayamo hace sólo treinta años? ¿Cuándo pondrán medallas al mérito en las ilustres mataduras que cuartean mi piel de tantos fiñes aguijoneando mi cuerpo durante los planes de la calle? ¿Cómo me retribuirán las horas dominicales que sin pienso, maíz, pangola, miel, cartones y otras hierbas de mi canasta básica familiar doné para la recogida de basura de mi cuadra ante la ausencia de unos carros sin piezas de repuesto ni gasolina sólo adquiribles en los montes Himalayas y Venezuela, respectivamente?
¡Nunca!, preclara guindaleta, honorable matalón, mientras los nobles brutos seamos tomados de las riendas por brutos nobles que bajo la supuesta superioridad de los centauros sobre las puras bestias se arrogan el derecho a programar relinchos, dosificar los pedos y condicionar el trote de acuerdo a sus intereses, si no queremos terminar convertidos en tasajo bayamés, carnaje guantanamero, mojama habanera, cecina pinareña, en fin, salazón cubana.
Convencido de que alzará sus patas en defensa de los pencos de ocasión aunque a otros caballejos les dé una pataleta, queda de Ud., con sinceros relinchos, su fiel admirador, Caballo Viejo
Saludos y buenas reflexiones.