Esta semana pasada, un potro aporreó a toda una cuadrilla de herradores, aplastó a un ayudante contra la pared, al otro lo sacó de un empujón del box y al jefe le coceó la rodilla de costado, se la sacó de la vertical y le rompió todo lo que se pueda romper en una rodilla.
No es solo el dolor que va a pasar ese hombre, mañana le operan y la rehabilitación será larga y dura. Es que de él dependen tres familias, pues como es normal, los ayudantes sirven para cortar cascos y clavar. Todo lo más complicado lo atiende el jefe. Esto va a suponer una perdida de negocio, que luego le costará recuperar.
No quiero citarle, sin su conocimiento, por su nombre, pero los que le conocen saben quien es. Quiero, al recordarle, recordar a todos los herradores, que se juegan diariamente, no solo el pescuezo, sino su sustento.
A ver si tambien los recordamos cuando nos quejemos del precio de un herrado.
No es solo el dolor que va a pasar ese hombre, mañana le operan y la rehabilitación será larga y dura. Es que de él dependen tres familias, pues como es normal, los ayudantes sirven para cortar cascos y clavar. Todo lo más complicado lo atiende el jefe. Esto va a suponer una perdida de negocio, que luego le costará recuperar.
No quiero citarle, sin su conocimiento, por su nombre, pero los que le conocen saben quien es. Quiero, al recordarle, recordar a todos los herradores, que se juegan diariamente, no solo el pescuezo, sino su sustento.
A ver si tambien los recordamos cuando nos quejemos del precio de un herrado.