Hola, ahi va mi opinión.
Como preparar un potro manso y con doma de cuadra para que pueda ser montado con seguridad y ligereza.
Es importante el tipo de ejercicios que se hagan, pero en mi opinión es más importante el modo de hacerlos. Cada minuto que pasa con el caballo lo estás “domando”.
LO MÁS IMPORTANTE ES QUE SE CREE UN AMBIENTE MUY RELAJADO DE TRABAJO.
Por ejemplo, dos formas distintas, según dispongamos o no de un corral redondo o no.
Sin corral:
Las condiciones ideales serían que el potro estuviese suelto en un prado o disponer de uno para soltarlo un rato antes de trabajar con él.
Cabezada de cuadra y ramal. Salidas al campo, caminos, calles, coches, motos, otros caballos, pájaros, conejos, gente, charcos….. Todo lo más variado posible. Para ir quitando miedos.
Intercalando los periodos de aprendizaje intenso con periodos de relajación pastando o caminando por sitios conocidos. Y bastantes transiciones paso-parada, parada-paso.
La duración del trabajo y el número de repeticiones las marca el caballo según su carácter. Si sigue teniendo miedo, más repeticiones.
Hay que llevar el ramal bastante suelto, que el caballo pueda mover la cabeza y mirar las cosas. Debe seguirnos con el ramal flojo, no tirante. La parada la avisamos con la voz.
Teniendo en cuenta que la habituación se ha de ser más insistente y que tienen menos durabilidad en el caballo que la asociación.
Me explico un poco. Se dice que el caballo aprende a la tercera. Asocia un estimulo con una respuesta a la tercera. Asocia o conecta una señal con una respuesta a la tercera. Y eso se queda bastante grabado. No hace falta repetirlo todos los días. Sabe hacerlo perfectamente incluso después de llevar meses sin hacerlo.
La habituación consiste en acostumbrar al caballo a algo que le da miedo, este proceso puede ser más largo y necesita de más repeticiones. Es más efectivo cuando se divide el problema y se va acostumbrando al caballo por partes. Sin subir de nivel hasta que el caballo se muestre totalmente tranquilo al estímulo. Funcionan muy bien los premios en estos casos.
Hay que tener en cuenta la suma de los miedos. Supongamos que el nivel de estrés o miedo del caballo se mide en colores, como un semáforo, verde, amarillo y rojo. En verde esta relajado y en rojo explota.
Si un plástico en la cuadra no hace que el caballo llegue al rojo, es posible que en la calle sí. Ya que se suman el miedo a la calle y el miedo al plástico. Una sola cosa lo pondría en amarillo y no explotaría.
Para habituar a algo, hay que presentar el estímulo, el caballo llega al amarillo y se mantiene el estímulo hasta que se da cuenta que no pasa nada y vuelve al verde, aquí se puede premiar.
Luego se aumenta el estímulo un poco y se repite. Así hasta poder mostrar el estímulo completo.
Los procesos de habituación deben repetirse más que los de asociación. Ya que son menos duraderos sus efectos y pueden volver atrás. Sobre todo en miedos provocados por resabios.
Ya tenemos al potro capaz de salir del ramal por cualquier terreno o situación. Si normalmente vive en terreno llano. En los paseos hemos de buscar terrenos más abruptos para que aprenda a usar su cuerpo y controle mejor su equilibrio. Esto le hace mejorar mucho y se encuentra más seguro, lo cual quita bastantes miedos. A parte de lo que mejora a la hora de montarlo.
Hay que habituarlo a las cuerdas por todo el cuerpo, a la ducha, a manejar los pies.
No se premia cuando le cogemos los pies y luego los soltamos, se le premia con el pie arriba. Ya que si no, lo que premiamos que ponga el pie en el suelo.
Ponemos manta y cincha. Recordando que como los miedos se suman, intentamos que cuando le presentemos al caballo algo nuevo, lo hagamos en un lugar en el que esté tranquilo.
Seguimos con los paseos.
Enseñamos al caballo a dar la vuelta y mirarnos con el otro ojo. Con un ramal largo, lo pasamos por detrás de los corvejones, nos ponemos un poco retirados, 2 metros, a la altura de los hombros y con tironcitos suaves e intermitentes hacemos que el caballo gire sobre sus cuartos traseros y así nos mire con el otro ojo. Repetimos varias veces (normalmente a la tercera lo hacen bien) a ambos lados. Esto nos vale para que tengamos más control cuando hagamos riendas largas.
Empezamos con las riendas largas, esto al principio es difícil para el potro, ya que está acostumbrado a seguirnos. Conseguimos que el potro coja más confianza en el mismo y sea capaz de ir delante, como ocurre cuando montas. Con tranquilidad y suavidad le vamos enseñando las señales de parar y girar. Acordándonos de que al principio debemos abrir mucho las riendas para girar, no tirar hacia atrás. Para eso, en recto vamos detrás y al girar nos situamos más a la izquierda o a la derecha según el giro y así abrir bien la interior. Soltando bastante la rienda exterior.
Si tenemos algún problema y el caballo intenta escapar, soltamos una rienda y tiramos de la otra, así el caballo gira hacia nosotros y no escapa.
Al principio es mejor tener un ayudante que vaya delante con el ramal, que es algo que ya conoce, y poco a poco se va retirando y vamos controlando desde atrás.
Luego repetimos los paseos en riendas largas. Ponemos también la manta.
Si disponemos de un corral donde podamos soltar al caballo sin peligro, debemos soltarle con la manta e invitarlo a moverse hasta que salga al trote y galope. El momento de galopar es el más crítico pero necesario. Puede que acepte la manta perfectamente al paso y al trote, pero al galope es posible que se bote.
Ahora hay que acostumbrarlo a ponerle la silla, con tranquilidad y dejándosela oler. Pero cuando la pongamos hay que cincharla bien. Ya debe estar acostumbrado a la cincha. No podemos arriesgarnos a que se le mueva o se le baje a la barriga. Lo moveremos del ramal al paso. Se la quitaremos y pondremos. Hasta llegar al punto de soltarlo en un corral con la silla puesta e invitarlo a moverse. Si no tenemos corral o es un caballo con mucha sangre, lo hacemos a la cuerda. Le damos cuerda hasta que galope. Si bota lo dejamos hasta que el pare. Si no se bota, lo dejamos hasta que estemos seguros de que no se va a botar.
Primero con la silla sin estribos. Luego con los estribos cortos, que no toquen el caballo.
Luego más riendas largas con la silla puesta.
Ahora llega el momento de subir. Por ahora sin silla. Después de un paseo. Con la ayuda de alguien que lo coja del ramal y que nos ayude a poner la barriga encima del caballo sin dar golpe. Siempre con el cuello un poco hacia nosotros, siempre el que monta y el ayudante en el mismo lado. Si el caballo se mueve, en la posición que estamos, lo hará en círculos, el de arriba lodo tiene que dejarse caer y ya está de pie en el suelo y la grupa del caballo retirándose de el.
Si admite el peso, intentamos que de unos pasos en un círculo pequeño, si va bien, abrimos el círculo.
Importante hacerlo a ambos lados, todo lo que hagamos.
Luego ponemos la barriga y una pierna encima del caballo, seguimos pudiendo bajarnos fácil. Repetimos el proceso anterior.
Ponemos la silla, seguimos con un ayudante, ponemos un pie en el estribo, movemos el caballo, si todo va bien, pasamos el otro pie y nos sentamos. El ayudante sigue moviendo el caballo. Si la cosa se pone fea, no sujetamos el caballo a tirones que lo pondrán más nervioso, no intentamos pararlo al momento, lo hacemos girar alrededor nuestro y lo paramos.
Si todo va bien, el de arriba va tomando el control hasta que el de abajo no es necesario. Al principio, el de arriba no hace nada. Y poco a poco va aplicando las ayudas a la vez que las pide el de abajo. Luego el de abajo se va retirando y vemos si responde a las ayudas desde arriba.
Si es posible, se deben dar paseos montado con alguien del ramal. Pero saliendo al campo lo antes posible. Como siempre haciendo muchas transiciones paso-parada. Intercalado los tiempos de montar con tiempos de relax. Hasta ahora seguimos con la cabezada de cuadra. No hemos puesto nada en la boca.
El campo hace que un potro tenga un paso con cadencia y amplitud. Cosa difícil de conseguir en la pista. Al menos para mi.
Cada vez le vamos pidiendo más cosas desde arriba. Cuando la cosa va bien, ya no necesitas ayudante y sigues con los paseos largos alternado ratos montados y a pie.
Cuanto más alarguemos los paseos, mejor. Mientras montamos, vamos aprovechando el terreno para ir pidiendo cada vez más cositas. Al principio intentamos molestar lo menos posible. Y a partir de aquí, se orienta al tipo de doma que queramos.
Hasta ahora no hemos hecho más que paso. Para pasar al trote, pedimos trote y tan solo unos trancos después lo bajamos al paso. Luego unos trancos más y paso otra vez. Cuando esto esté fijado. Aumentamos el número de trancos al trote antes de bajar al paso. Y así seguimos hasta donde queramos y luego con el galope igual. Y muchas transiciones siempre.
Para pasar de la cabezada al filete, primero se ponen cabezada y filete juntos. Y se van pidiendo las cosas con los dos y paulatinamente más con el filete.
Se puede poner un filete acoplado a la cabezada y dejar al caballo comiendo hierba en un prado. Así aprende que para comer tiene que tener la lengua debajo y nos ahorramos que coja la manía de poner la lengua encima.
En resumen. Las cosas paso a paso, con mucha tranquilidad. Y recordando que el caballo debe estar tranquilo para aprender. Si está nervioso es difícil que aprenda. Siempre hay una forma de que aprenda algo sin tener que forzarlo.
Y hasta aquí tenemos un potro seguro y confiado que podemos montar por el campo y por cualquier sitio.
Saludos y aunque he escrito un buen tocho, no son más que pequeñas puntaditas de lo que hay que hacer.