¿ Hay algun premio Elena ?
..
EL TRASLADO DE LA VIRGEN
La devoción a Nuestra Señora del Rocío no solo se manifiesta en la celebración de Pentecostés, también conocida como el Rocío Grande, y en el Rocío Chico celebrado en Agosto, sino que también hay una gran manifestación de fe rociera en lo que se conoce como traslados procesionales o venidas de la imagen de La Blanca Paloma al pueblo de Almonte.
Celebración que cada siete años siguen mas devotos, que no quieren dejar de acompañar a su venerada Virgen en este sin igual recorrido hasta Almonte, a quince kilómetros de la aldea, recorrido en el que peregrina a hombros de almonteños llenos de fe y devoción rociera.
El inicio exacto de esta espectacular tradición no es exactamente conocido. La primera venida de la Virgen que se constata documentalmente es en 1607, pero es posible que anteriormente también se produjera aunque no se tenga constancia de ello. Unos textos breves de esa fecha se encuentran en las Actas Capitulares del Ayuntamiento de Almonte, en los que se menciona el motivo del traslado, siendo en este caso la escasez de agua, motivo que ha provocado mayor numero de traslados.
El pueblo de Almonte siempre confió en la protección de su madre Nuestra Señora del Rocío. Por eso, en un principio, estos traslados de la Virgen al pueblo almonteño eran con motivo de alguna calamidad o dificultad que atravesaba su pueblo.
De este modo, en 1642 la epidemia de peste que asolo a toda Andalucía, lo cual provocó que el concejo de Almonte decidiera traer a su pueblo a su queridísima Reina de las Marismas, para que les protegiera de este fatal acontecimiento.
Se acoge también una venida de la Virgen en 1653.En este caso el motivo era que nuestra Señora del Rocío protegiera a la villa almonteña de una angustiosa sequía que les asolaba. Es este el momento en el que se jura a la Virgen del Rocío como patrona del pueblo de Almonte.
Y así se van sucediendo, a lo largo de los siglos, numerosas venidas de la Virgen a la Aldea almonteña, y siempre unidas a plegarias desesperadas de sus hijos.
En el transcurso de 1738 la Blanca Paloma se traslada hasta en tres ocasiones en solo tres meses, echo absolutamente insolito. Y todo ello debido a un año de grave sequía para el pueblo almonteño, que pedía ansioso a su Virgencita del Rocío la añorada lluvia, la cual, según se cuenta, llegó al dia siguiente del traslado.
La última venida de la Virgen del Rocío a la villa de Almonte en el siglo XVIII es en 1760, a causa de una epidemia de terciana.
Pasa el tiempo, y asi, desde 1949 cada siete años puntualmente, Nuestra Señora del Rocío es llevada a Almonte donde permanece nueve meses en la parroquia de la ciudad entre el calor y el cariño de los almonteños que tanta devoción profesan a su Señora, consolidándose así una tradición rociera que se conserva hasta nuestros días.
Transcurrido este tiempo es llevada de nuevo a hombros por los almonteños a su ermita en la aldea, rozando la fecha de Pentecostés.
A partir de este momento, la Virgen vendrá a Almonte de forma ordinaria cada siete años, siendo el pasado verano el primer traslado de este siglo XXI.
RECORRIDO HACIA ALMONTE
En este traslado la Virgen va tapada para que no sufra el polverío del camino, y los adornos del paso son llevados por las ancianas almonteñas. para este camino la Virgen lleva un traje de viaje, es el conocido como “ el vestido de pastora”. Este vestido es acampanado por la parte inferior de la falda, lleva sobre sus hombros una capa corta, su cabellera es peinada con tirabuzones y va ataviada con un bonito sombrero ornamental con flores y cintas.
Lleva en sus brazos a su hijo, que también va vestido con típico traje de pastorcillo. Respecto a este echo no existe prueba documental sobre la fecha exacta o aproximada de cuando se viene vistiendo así para los traslados.
Hay dos teorías en torno a este vestido de pastora, una de quienes piensan que se trata de un traje de viaje de las damas del siglo XVII; y otra la que opina que puede datarse del siglo XIX.
Y de este modo es trasladada La Blanca Paloma desde la aldea, recorriendo quince kilómetros a hombros de los almonteños por el Camino de los Llanos, entre cantares, hogueras, pinares, guitarras y estruendos de escopetas, en esta noche mágica de verano.
La camarista le colocará las telas que protegerán a la Pastora en su esperado peregrinar, y en este momento comenzará su camino hacia ese pueblo que la espera como agua de mayo.
Es un camino duro, envuelta en polvo, soportando a veces un gran calor, pero a su vez el camino mas dulce, en el que la Pastora pasa por las mismas huellas de sus hijos, y en que se impregna del cariño ,el fervor, el respeto y la devoción que siente toda la multitud que la acompaña en este peregrinar.
Rafael Mojarro
Un Abrazo
Antonio Sánchez