Antes de nada, creo que es obligado contar que en realidad no me llamo Yolanda , pero aunque la nostalgia me obliga a escribir esto, mis circunstancias actuales y mi cabeza me recomiendan ciertas dosis de anonimato, sin embargo mi corazón ,(el que me impulsa a hacer esto) no dudaría en gritar mi verdadero nombre si eso sirviera para recuperar al protagonista de este relato.
Lo que paso a describir es una historia tan real como para mi triste, sucedió en el verano de 1992 en una zona montañosa que comprende a dos concejos asturianos limítrofes con la provincia de León. Por aquel entonces, yo contaba con 18 años y nuestro protagonista algo mas de 20 , comenzaban las vacaciones y si algo no me gustaba era pasar el fin de semana en el pequeño pueblo de mi madre, donde por no haber no había ni bar y además la juventud no llegaba hasta mas entrado el verano.
Pero aquel año todo iba a ser diferente, de entrada en la comida ya escuché hablar a mi abuelo de un chaval que llevaba una semana durmiendo en el monte , acampado en la cabecera de un valle al resguardo del viento dominante y desde donde accedía directamente a dos sierras diferentes, mi abuelo se sorprendía de que el chico hubiera afirmado que se iba a pasar más de dos meses allá arriba , máxime cuando se sabía que había subido solo.
En el pueblo no se hablaba de otra cosa, sobre todo porque había conseguido un curioso acuerdo con un paisano que tenía yeguas por el monte.
De entrada, el hombre le había dejado una mula para que subiera su equipo al valle y una vez allí, pactó con el comprarle una yegua de las que tenía sueltas por el puerto y sin domar, estuvieron viéndolas y escogió una que estaba sin potro por haberlo perdido a cuenta de los numerosos lobos que recorrían las dos sierras.
En el monte pagó parte del precio acordado a modo de señal y el paisano bajó encantado con su mula y el dinero por la venta.
A esas alturas yo ya sentía una curiosidad tremenda por conocer a aquel “chico del monte” del que por cierto hablaban muy bien las escasas chicas del pueblo.
Tanto es así que subía cada fin de semana con la ilusión de verlo aunque fuera de reojo , pero el nunca bajaba, dos veces a la semana se veía en una cabaña con el hijo del paisano que le había vendido la yegua ,mi protagonista le entregaba una carta para correos y el chico de vez en cuando le daba otra que había llegado al pueblo para el.
Un buen día el hijo del paisano llegó al pueblo diciendo que el “forastero” (foriatu para nosotros ) había separado a la yegua de su grupo y que la llevaba del ramal de un lado a otro de la sierra, hasta ahí todo bien, pero cuando otros paisanos vieron que la yegua le seguía sin ningún tipo de atadura aquello pasó a ser el único tema de conversación entre los ganaderos durante aquel verano , por aquel entonces llevaba unas siete semanas en el monte y parecía que siempre había estado allí.
Se empezó a comentar que los lobos aquel verano aullaban todas las noches (desde ese pueblo de vez en cuando todavía se oyen) y la verdad es que los lobos eran el motivo de la estancia del forastero, luego se supo que por las noches los reclamaba imitando su llamada y estos respondían a su reclamo durante largas horas, acompañados de los deslavazados aullidos de sus crías.
Por fin ,un sábado de tarde de un ya mediado Septiembre una yegua pinta bajó del monte y entro al pueblo con un andar tranquilo, ajena a los perros que la ladraban, sobre ella iba montado un joven quizás excesivamente delgado, con aspecto cansado y abundante barba.
El revuelo de los perros alborotó al pueblo y a la chica de dieciocho años que yo era, le descubrió a quien habría de ser mi pareja durante los siguientes siete años.
La vida nos separó luego , pero nunca conoceré a nadie tan especial como el , esos años serán con seguridad los mejores de toda mi vida, y el lo sabe.
Aquella yegua quedó desde aquel verano en casa de mi padre y fue un animal nobilísimo hasta que murió hace dos años, desde aquel momento mi padre no ha vuelto a subirse a un caballo.
Durante siete años, fueron muchos los caballos que le vi domar y muchas las noches que pasó en el monte con ellos, pero cada vez que bajaba parecía que algo se le quedaba allí arriba, cada vez más triste.
Un día desapareció de mi vida y lo hizo para siempre, no le culpo, lo supe desde el principio, como vino se fue, y yo sabía que ese día iba a llegar.
Hace un mes por azar introduje cierto nombre en google y me salió un enlace a un foro ecuestre, nerviosa accedí a el y allí estaba, creo que aunque ese no es su nombre alguno lo conocisteis como LLOU.
Desde hace un mes todos los días leía el foro para saber de el y ahora que sé que no va a volver a escribir (le conozco), lo hago yo para decir que quien le ha llamado estúpido e ignorante , tiene derecho a saber a quien lo ha hecho, y sacar sus conclusiones. A día de hoy, su nombre produce admiración entre gentes que han vivido en algunos casos mas de 80 años entre caballos y lobos y te aseguro conociéndolos que eso no es nada fácil, por otra parte no sé cuantos libros habrá leído ese domador del unicornio, ni a cuantos cursos-clinics habrá asistido ni los videos que habrá visto. Lo que si se son los días y las noches que el (llou para vosotros) se pasó solo entre caballos y lobos.
Solo añadir que nunca cobró por domar a un caballo, nunca le gustaron los charlatanes de feria y jamás se ensañó con un animal.
Adiós .
Lo que paso a describir es una historia tan real como para mi triste, sucedió en el verano de 1992 en una zona montañosa que comprende a dos concejos asturianos limítrofes con la provincia de León. Por aquel entonces, yo contaba con 18 años y nuestro protagonista algo mas de 20 , comenzaban las vacaciones y si algo no me gustaba era pasar el fin de semana en el pequeño pueblo de mi madre, donde por no haber no había ni bar y además la juventud no llegaba hasta mas entrado el verano.
Pero aquel año todo iba a ser diferente, de entrada en la comida ya escuché hablar a mi abuelo de un chaval que llevaba una semana durmiendo en el monte , acampado en la cabecera de un valle al resguardo del viento dominante y desde donde accedía directamente a dos sierras diferentes, mi abuelo se sorprendía de que el chico hubiera afirmado que se iba a pasar más de dos meses allá arriba , máxime cuando se sabía que había subido solo.
En el pueblo no se hablaba de otra cosa, sobre todo porque había conseguido un curioso acuerdo con un paisano que tenía yeguas por el monte.
De entrada, el hombre le había dejado una mula para que subiera su equipo al valle y una vez allí, pactó con el comprarle una yegua de las que tenía sueltas por el puerto y sin domar, estuvieron viéndolas y escogió una que estaba sin potro por haberlo perdido a cuenta de los numerosos lobos que recorrían las dos sierras.
En el monte pagó parte del precio acordado a modo de señal y el paisano bajó encantado con su mula y el dinero por la venta.
A esas alturas yo ya sentía una curiosidad tremenda por conocer a aquel “chico del monte” del que por cierto hablaban muy bien las escasas chicas del pueblo.
Tanto es así que subía cada fin de semana con la ilusión de verlo aunque fuera de reojo , pero el nunca bajaba, dos veces a la semana se veía en una cabaña con el hijo del paisano que le había vendido la yegua ,mi protagonista le entregaba una carta para correos y el chico de vez en cuando le daba otra que había llegado al pueblo para el.
Un buen día el hijo del paisano llegó al pueblo diciendo que el “forastero” (foriatu para nosotros ) había separado a la yegua de su grupo y que la llevaba del ramal de un lado a otro de la sierra, hasta ahí todo bien, pero cuando otros paisanos vieron que la yegua le seguía sin ningún tipo de atadura aquello pasó a ser el único tema de conversación entre los ganaderos durante aquel verano , por aquel entonces llevaba unas siete semanas en el monte y parecía que siempre había estado allí.
Se empezó a comentar que los lobos aquel verano aullaban todas las noches (desde ese pueblo de vez en cuando todavía se oyen) y la verdad es que los lobos eran el motivo de la estancia del forastero, luego se supo que por las noches los reclamaba imitando su llamada y estos respondían a su reclamo durante largas horas, acompañados de los deslavazados aullidos de sus crías.
Por fin ,un sábado de tarde de un ya mediado Septiembre una yegua pinta bajó del monte y entro al pueblo con un andar tranquilo, ajena a los perros que la ladraban, sobre ella iba montado un joven quizás excesivamente delgado, con aspecto cansado y abundante barba.
El revuelo de los perros alborotó al pueblo y a la chica de dieciocho años que yo era, le descubrió a quien habría de ser mi pareja durante los siguientes siete años.
La vida nos separó luego , pero nunca conoceré a nadie tan especial como el , esos años serán con seguridad los mejores de toda mi vida, y el lo sabe.
Aquella yegua quedó desde aquel verano en casa de mi padre y fue un animal nobilísimo hasta que murió hace dos años, desde aquel momento mi padre no ha vuelto a subirse a un caballo.
Durante siete años, fueron muchos los caballos que le vi domar y muchas las noches que pasó en el monte con ellos, pero cada vez que bajaba parecía que algo se le quedaba allí arriba, cada vez más triste.
Un día desapareció de mi vida y lo hizo para siempre, no le culpo, lo supe desde el principio, como vino se fue, y yo sabía que ese día iba a llegar.
Hace un mes por azar introduje cierto nombre en google y me salió un enlace a un foro ecuestre, nerviosa accedí a el y allí estaba, creo que aunque ese no es su nombre alguno lo conocisteis como LLOU.
Desde hace un mes todos los días leía el foro para saber de el y ahora que sé que no va a volver a escribir (le conozco), lo hago yo para decir que quien le ha llamado estúpido e ignorante , tiene derecho a saber a quien lo ha hecho, y sacar sus conclusiones. A día de hoy, su nombre produce admiración entre gentes que han vivido en algunos casos mas de 80 años entre caballos y lobos y te aseguro conociéndolos que eso no es nada fácil, por otra parte no sé cuantos libros habrá leído ese domador del unicornio, ni a cuantos cursos-clinics habrá asistido ni los videos que habrá visto. Lo que si se son los días y las noches que el (llou para vosotros) se pasó solo entre caballos y lobos.
Solo añadir que nunca cobró por domar a un caballo, nunca le gustaron los charlatanes de feria y jamás se ensañó con un animal.
Adiós .