Yo os cuento mi experiencia. Mi yegua Nácar tiene problemas muy graves de navicular desde los 8 años, ya os hablé en alguna ocasión de ello. Yo he limitado mi monta a sus necesidades, y sigue conmigo con 20 años, feliz de la vida,en libertad con mi otra yegua y con el caballo que finalmente pude comprarme para poder saltar y hacer doma de màs nivel. Aún la monto una vez al mes de paseo, y lo disfrutamos. Como está en la hípica donde monto, disfruto del placer de verla, de acariciarla, y no lo cambio por nada del mundo. Es mi amiga del alma, y estará conmigo mientras pueda darle una vida sin sufrimiento. Y cuando su dolor sea constante, ya estoy hecha a la idea de dejarla ir.
Pensaréis que soy una privilegiada con dinero que puede mantener tres caballos, y que así se soluciona todo. No es así. Durante todo el tiempo que las limitaciones de Nácar no me permitían montar al nivel que quería, me adapté al carácter de la yegua de mi marido, que no es de salto y bastante complicada, y con ella hice la equitación que podía, y lo disfruté. Ahora que son tres, cada mes hago equilibrios económicos para poder mantenerlos, y renuncio a muchas cosas. Son incontables las veces que me han dicho que venda o regale a Nácar, que no es lógico lo que mi marido y yo hacemos, que no podía limitar mi equitación a su lesión. Pero para mí los caballos son mucho más que una máquina o una parte de mi equitación. Son, como ya he dicho, amigos, y les daré siempre la mejor vida que me sea posible.
Nacar es la yegua de la derecha, Yuma la de la izquierda. ¿Se puede tener una vida mejor?