Hola, Miguel:
Parece que tiene querencia y que se ha hermanado con la yegua y no quiere separarse de ella.
Yo empezaría por sacarle al campo a la mano con un ramal largo. Ahora que viene la primavera y el campo está verde, disfrutará mucho de picotear hierba. Te parecerá una tontería, pero yo creo que también tienen que tener sensaciones agradables "fuera de casa" y "a solas contigo" para estrechar lazos. Con los míos me funciona. ¡Hay que observarles mucho! Todo tiene un porqué (a veces algo les duele y no pueden decírnoslo, otras veces algo les da miedo y tenemos que hacerles entender que no les va a hacer daño...).
Luego puedes probar a ponerle la silla y la cabezada de montar y sacarle igualmente, a la mano, con su ramal largo, solos o acompañados de otra persona a pie (no con otro caballo + jinete). Cuando estéis a una distancia en la que ya no tenga querencia por volver a casa, puedes probar a montarle al paso, hablándole mucho y premiándole con una caricia por escucharte y responder bien al contacto con tus piernas y tus manos.
Yo no soy partidaria de la violencia, ni de la fusta, ni de las espuelas para obligar a un caballo a hacer algo, sino de que lo haga porque confía y tiene seguridad en ti. Y para ganarte esa confianza y que se sienta seguro contigo, sobre todo, tienes que ser firme y estar muy seguro de lo que quieres pedirle (seguir al paso sin esperar a otros caballos, pisar un charco, subir una cuesta pronunciada sin trotar ni galopar, quedarse parado aunque otros caballos galopen...). Tienes que tener mucha paciencia y no ceder, pero sin violencia. Es cuestión de tiempo. Ellos siempre ceden antes que tú y, con el tiempo, se dan cuenta de que estar contigo es agradable y de que no hay nada que temer.
Además, cuanto más tiempo y con más frecuencia los sacas a pasear, más rápido notas su predisposición trabajar y mejor forma física consiguen. Y, claro, cuanto mejor se siente un caballo físicamente, más ganas tiene de salir a trabajar y más os divertís los dos.
¡Que disfrutes mucho con tu caballito!
Un saludo,
Vanesa