A lo largo del tiempo que estamos con nuestros caballos, seguro que os han pasado multitud de aventuras,
que la mayor parte de las ocasiones, así lo espero han acabado bien, de las experiencias siempre puede aprenderse algo, así que os contaré una de las que nos paso el último verano en Los Pirineos, en la parte de Francia cerca de Les Anglés.
Hicimos una excursión de varios días, durmiendo en refugios y llevando sacos y tiendas a cuesta, éramos varios caballos, y no ocurrió nada destacable, aparte de alguna perdida de herradura, y ya la tarde que terminamos bajando al pueblo de enlace donde debían recogernos, fue cuando se nos complico.
Bajamos seis caballos y nos venían a recoger con tres 4x4 con remolques, los cuatro primeros caballos subieron sin ningún problema a sus remolques, y nos tocaba el turno a los dos últimos, cuando empezó a llover y granizar, uno de nuestros caballos sube bastante bien al remolque, además el mío se ha hermanado mucho con él, y hace todo lo que el primero hace; asi que optamos por subir a este primero.
No hubo manera, fue una hora de lucha con él, de buena lucha, sin forzarlo claro, pero el granizo y lluvia que caía
en el techo del remolque, además de la ya oscuridad y follon de gente y coches parados en las afueras de aquel pueblo francés, hicieron que se fuera poniendo nervioso por momentos, afortunadamente aún nos quedaban días de vacaciones, así que, nos dejaron una tienda, comida, y en un prado a las afueras del pueblo y a las once de la noche diluviando, montamos la tienda y allí nos metimos, con los dos caballos, como tontos, atados al lado en un árbol y aguantando el chaparrón.
No dormimos mucho, pero estuvimos bien, llevábamos sacos de plumas y conseguimos montar la tienda sin que apenas se mojara por dentro.
A la mañana siguiente, volvió el remolque, solo, sin follones, sol tímido en el cielo, sin lluvias, y los dos cabritos subieron a la segunda al remolque.
Cosas de caballos !!
que la mayor parte de las ocasiones, así lo espero han acabado bien, de las experiencias siempre puede aprenderse algo, así que os contaré una de las que nos paso el último verano en Los Pirineos, en la parte de Francia cerca de Les Anglés.
Hicimos una excursión de varios días, durmiendo en refugios y llevando sacos y tiendas a cuesta, éramos varios caballos, y no ocurrió nada destacable, aparte de alguna perdida de herradura, y ya la tarde que terminamos bajando al pueblo de enlace donde debían recogernos, fue cuando se nos complico.
Bajamos seis caballos y nos venían a recoger con tres 4x4 con remolques, los cuatro primeros caballos subieron sin ningún problema a sus remolques, y nos tocaba el turno a los dos últimos, cuando empezó a llover y granizar, uno de nuestros caballos sube bastante bien al remolque, además el mío se ha hermanado mucho con él, y hace todo lo que el primero hace; asi que optamos por subir a este primero.
No hubo manera, fue una hora de lucha con él, de buena lucha, sin forzarlo claro, pero el granizo y lluvia que caía
en el techo del remolque, además de la ya oscuridad y follon de gente y coches parados en las afueras de aquel pueblo francés, hicieron que se fuera poniendo nervioso por momentos, afortunadamente aún nos quedaban días de vacaciones, así que, nos dejaron una tienda, comida, y en un prado a las afueras del pueblo y a las once de la noche diluviando, montamos la tienda y allí nos metimos, con los dos caballos, como tontos, atados al lado en un árbol y aguantando el chaparrón.
No dormimos mucho, pero estuvimos bien, llevábamos sacos de plumas y conseguimos montar la tienda sin que apenas se mojara por dentro.
A la mañana siguiente, volvió el remolque, solo, sin follones, sol tímido en el cielo, sin lluvias, y los dos cabritos subieron a la segunda al remolque.
Cosas de caballos !!