Red.Horse ; me parece que ahora si que vamos a tener que quedar de una vez , por que vamos a echar un ratito de arte .
No veas la Candelaria que me ha dado la niña , de jaco en jaco y tiro por que me toca ; en vez de estar de Candelaria yo estaba de pastoreo

, pero bueno , he disfrutado mucho viendola tan contenta . quote]
Cuando tú quieras Elena, si voy a visitar frecuentemente a mis amigos caballistas de Sevilla puedo irme para tus tierras también
Es maravilloso compartir una afición como ésta con tu hija, te une más y de otra manera, por lo menos así lo vivo yo, se tienen objetivos comunes aunque muchas veces también se discuta por ellos ..., pero siempre hay algo que se puede hacer juntas. A mí me emociona verla a caballo, no sé, me entra una cosa muy especial en el cuerpo (tipo el dragoncillo de Mulán cuando la veía irse a la batalla

)
Me tomo el atrevimiento de copiar un trozo de una obra que narra, entre otras cosas, los sentimientos que mi hija me inspira en determinadas ocasiones, ya que para qué romperme la cabeza si ya lo tengo hecho, jeje:
...
"... Pensando esto, conducía mi coche hasta la ciudad con el objeto de introducirme en uno de los grandes centros comerciales y conseguir así algo de lo que mi aturdida existencia necesitaba para seguir adelante sintiéndome mejor. ¿Qué sería en aquella ocasión? No resultaba importante el precio de la compra, sino salir del contexto habitual y tener algo nuevo, tal podía ser un nuevo champú o un par de calcetines. Ana me acompañaba, como siempre, pero no venía esta vez con mucho agrado, ya que ella detestaba los sitios demasiado concurridos y prefería desde siempre quedarse en casa atendiendo a los caballos o haciendo cualquier otra cosa algo más productiva. Ella siempre prefería la soledad y el contacto con la naturaleza a cualquier otra actividad que pudiera brindarle satisfacciones externas. Era ella tan sencilla y compleja a la vez, en su mente adolescente maduraban ideas y proyectos de vida, cuestionamientos sociales y personales, formas de salida a los problemas y encrucijadas cotidianas. Éramos en sí, muy similares y diferentes a la vez, yo no había querido influenciarla con mi locura permanente pero parecía que no había hecho falta ya que por si misma había captado la esencia de la vida de una manera distinta a la mayoría de las personas que le rodeaban.
Trabajadora incansable, Ana nunca se encontraba totalmente satisfecha con su trabajo y siempre pensaba mejorarlo, orgullosa y autosuficiente, a partir de cierta edad ya sólo la he visto llorar de impotencia ante determinadas situaciones límite, pero nada más. Mucho más dura que yo y menos confiada aún, recelosa de las intenciones de los demás pero dispuesta a echar una mano a quien lo necesitara, ella era de pequeña como un ángel que a partir que fue creciendo se convirtió en un ángel guerrero dispuesto a luchar por todas las batallas que le parecieran justas. De pequeña, como un hada se acercaba a todos los animales con una naturalidad que a los demás nos dejaba perplejos, su respeto por la vida y su pureza parecían emanar de ella y ser percibido por todos aquellos seres que habitan la naturaleza. Muchas veces me deleitaba simplemente observando a cierta distancia su comportamiento natural con lo que le rodeaba, como si conservara un instinto que muchos hemos perdido, como si ese instinto proviniera de nuestros ancestros más básicos por un lado y por otro de una sincera espiritualidad perdida por el hombre. Al ir creciendo, fue endureciéndose sin perder en realidad su inocente encanto, parecía no temerle a nada y se enfrentaba a todo con una valentía que al menos personalmente pocas veces he visto. Su valor no era agresividad contenida como les sucede a muchas personas, ni un intento por demostrar absolutamente nada, era una valentía calma y segura, era una profunda seguridad en si misma para enfrentarse a los más grandes desafíos.
Algunas imágenes nunca podrán borrarse de mi mente, como cuando comenzó a montar siendo pequeña, prácticamente sin la ayuda ni asistencia de nadie, ella simplemente subía a pelo y salía con su caballo hasta el río. Yo le acompañaba para asegurarme que todo estuviera bien y que no le sucediera nada malo, aunque ella consideraba que mi comportamiento era un exceso de celo y cuidado. Recuerdo que cuando llegábamos al río ella bajaba la cuesta al galope sin dudar y entraban ellos dos, niña y caballo, al agua que llegaba hasta las rodillas del animal para correr por dentro del río, salpicando, y ella reía, se la veía tan feliz, el dorado cabello al viento, su pequeño cuerpo perfectamente adaptado a la situación, ella sobre su caballo blanco de largas crines plateadas, desafiando los dos las leyes del estancamiento y el aburrimiento de los adultos y los humanos en general, disfrutaban de estar juntos, correr, salpicarse con el agua y refrescarse, subir y bajar cuestas, y ella sin trabajo ninguno, como si ambos se comprendieran a la perfección y no necesitara más que sentir lo que deseaba para que el animal la complaciera jugando con ella como una ninfa.
Me sentía pequeña en aquellas ocasiones, yo que apenas me atrevía a tantas cosas y ella tan frágil, de oro, perla y cielo estaba hecha, cuando daba rienda suelta a su propia naturaleza resplandecía como una estrella en medio de la oscura noche. Mi niña era candela para el alma, el ser más auténtico y valiente que he conocido y que conoceré jamás. Su corazón era una tea permanente, aunque en ocasiones podía volverse como el hielo, cuando las decisiones difíciles debían ser tomadas, sus ojos de cielo de congelaban aunque yo podía vislumbrar un brillo húmedo irrespetuoso asomando a ellos, y tomaba ella las decisiones que hubiera que tomar y las llevaba a cabo sin que le temblara nada. Sin embargo, al abrazarla tenía la fragilidad de una flor luego de la lluvia, se combinaban en mí el deseo de protegerla con la seguridad de estar con ella, de tener a alguien totalmente incondicional para recorrer el camino, alguien que no dudaría en anteponer la vida del otro a la suya propia.
Y viajando así, junto a ella, me sentí banal y tonta, necesitaba sumergirme en un centro comercial donde me llenaran la cabeza, los ojos, los oídos y todos los sentidos con necesidades que jamás he tenido, creándome deseos absurdos, mientras ella con muchos menos años de vida tenía más acabado sentido de la vida."
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Es un tocho... lo siento...