Yo sólo sé que la semana pasada mis dos yeguas, acostumbradas a la libertad, la han pasado en cuadra. Sin traumas, sin mayores inconvenientes, esperando a que terminaran de hacer sus paddoks. Y que el viernes por la tarde, cuando las saqué a la pista súperembarrada, salieron como dos mihuras histéricos encantadas de estirar las patas, de revolcarse –adiós mantas de interior– y de echarse unas carreras, entre ellas y con nosotros.
El sábado íbamos a volver a dejarlas en paddock, pero con el viento que hacía y la previsión de nieve, salió la humana quisquillosa que hay en mí y decidí dejarlas en box. ¿Por su bien? No lo creo. Seguramente, si les hubiera preguntado, hubieran optado por salir al paddok empapado, a aguantar ráfagas de viento helado y a soportar la nevada bien cubiertas por sus mantas de invierno. Pero no lo hice, sobre todo por carecer todavía de refugio, y aunque estoy convencida de haber hecho lo más correcto, lo cierto es que no hago más que pensar en las dos pobres cautivas que sólo pueden entretenerse comiéndose su cama de paja.
Lo que en realidad quiero decir es que las necesidades humanas y las equinas son diferentes, sobre todo en conceptos como la limpieza, el mal tiempo o lo que es o no saludable. Así que, en cuanto pase el aguacero, las dos se van a la calle, a disfrutar del principio de la primavera.
El sábado íbamos a volver a dejarlas en paddock, pero con el viento que hacía y la previsión de nieve, salió la humana quisquillosa que hay en mí y decidí dejarlas en box. ¿Por su bien? No lo creo. Seguramente, si les hubiera preguntado, hubieran optado por salir al paddok empapado, a aguantar ráfagas de viento helado y a soportar la nevada bien cubiertas por sus mantas de invierno. Pero no lo hice, sobre todo por carecer todavía de refugio, y aunque estoy convencida de haber hecho lo más correcto, lo cierto es que no hago más que pensar en las dos pobres cautivas que sólo pueden entretenerse comiéndose su cama de paja.
Lo que en realidad quiero decir es que las necesidades humanas y las equinas son diferentes, sobre todo en conceptos como la limpieza, el mal tiempo o lo que es o no saludable. Así que, en cuanto pase el aguacero, las dos se van a la calle, a disfrutar del principio de la primavera.