Todo esto está muy bien, pero la primera pregunta que te tienes que hacer es: ¿Qué va a aportar mi yeguada que sea diferente de las que ya existen?
Porque una yeguada es un negocio, no algo que se tiene porque queda bien (desgraciadamente en los últimos años se vieron muchas de éstas, que ahora la crisis se las ha llevado todas o casi).
Imagínate que vas a poner una peluquería. Si tu peluquería es la única del pueblo, o del barrio, casi seguro que vas a tener clientes, al menos al principio. Pero si vas a poner una peluquería en una calle en la que ya hay cuatro, tienes que tener muy pero que muy claro qué es lo que tú vas a aportar que te distinga del resto que ya están establecidas.
Después el tamaño. No es lo mismo empezar peinando a domicilio que poner un local con cuatro ayudantes. ¿Cuántas yeguas? El número es fundamental, porque del número de yeguas que tengas dependerá el número de productos que puedas tener al año, y si no tienes experiencia y/o conocimiento del tema, lo más seguro es con suerte sólo mínima parte te será rentable al principio (a más yeguas, más posibilidades de que salga uno bueno, pero también más gastos y más posibilidades de que salga uno con problemas).
Rentabilidad: Ahí entra el factor dinero. A no ser que tengas un buen colchón de dinero que te permita pegarte batacazos los primeros años, no te recomiendo ni que lo intentes. Piensa que una gestación de una yegua dura casi un año, seis meses de lactancia. Para vender el potro y que te resulte rentable, tienes que sacar lo que te ha costado mantener a la yegua sana durante esos 17 meses como mínimo, y eso contando que el potro te salga sano y no tenga ningún problema. Eso si lo vendes a los seis meses, porque si no, tienes que sacar lo que te cueste de mantener a madre e hijo durante el tiempo que te lleve venderlo. Y si quieres tenerlos en condiciones, no es poco.
Hay un chiste en inglés que dice: ¿Cómo hacer una pequeña fortuna con los caballos? Empezando con una gran fortuna.