Muy buena la foto, Carolek. Se ve que eres un hombre con recursos. 8)
Ánimo, MyDream. No es cuestión de que te pongas en peligro... no seas temeraria, pero sí decidida. Así saldrás de dudas, y sabrás cómo obedece realmente tu caballo, y hasta qué punto te hace caso a ti, y a tus ayudas, y no a las paredes y a la costumbre.
No te falta razón, Ecijano... lo malo es que, aferrándose a eso, mucho no saldrían nunca al campo. Porque no estarán seguros, hasta que lo hagan. Son situaciones imposibles de prever en una pista... es necesario estar en ellas. Eso sí... si a un caballo no se le para en el picadero, o no se le vuelve a uno y otro lado, sería una locura sacarlo al campo. Pero con esos dos requisitos cumplidos, es el momento.
Pero siempre con sentido común, y toma?dolo con calma. El primer día que se sale al campo, con el jinete dudoso, no es el mejor para echar carreras con otros, meterse en un encierro de ganado bravo, o cruzar una autovía en plena "Operación Salida". :!:
Sobre los sustos, es imposible acostumbrar al caballo a todo lo que se puede encontrar. No tendremos la ocasión de enseñarle cada cosa que le pueda espantar... porque ni siquiera sabemos a qué puede llegar a tener miedo. Podemos pasar cinco años llevándole globos, cometas, y paraguas al picadero... que aún así, saldremos fuera, y algún día nos encontraremos con algo más estrafalario.
Mejor que pretender que no se asuste, es enseñarle cómo debe actuar ante los sustos. Es largo de explicar, porque los casos pueden ser muy diferentes, pero lo principal es que encare el motivo del miedo, sin huir de él: que de la cara siempre, y que no se de la vuelta y salga a la carrera, ni recule a toda prisa... que son dos de los mayores peligros en que nos puede poner un caballo. Logrado esto, que se pare y mire al motivo de espanto, tenemos grandes probabilidades de salir airosos, y sobre ello podemos ir avanzando hasta tener un caballo decidido (en mayor o menor medida, que cada uno tiene su capacidad de aguantar el miedo, como las personas).
El paso de corrientes de agua, suelos pintados, y demás obstáculos a ras de suelo, tiene una complicación mucho mayor que los reparos del caballo: la prisa del jinete. Si tenemos prisa para volver, ese no es el día para enseñar esto, a menos que queramos bajarnos, y pasar delante, llevando al caballo de la mano (lo cual, sobre todo con agua, no siempre es seguro... que no seríamos los primeros arrollados).
Vale más tardar una hora en cruzar tranquilamente esa corriente amazónica de un palmo, o aquel paso de cebra terrorífico, que pasarlos a la fuerza, arriesgándonos a una pelea en cada situación similar.
Una solución buena es encarar el lugar de paso a la distancia a la que el caballo esté sereno, y mantenerle tranquilo, sin apresurarle, pero no dejando que escape (si lo hace, sin violencia, le volvemos a llevar al punto más cercano en que no se altere), ni aparte la vista. Así, con suavidad, ir mandándole avanzar, hasta que paso a paso (aunque entre tanto retroceda alguno) llegue a oler y pisar el punto en que debe cruzar... Una vez logrado el pisar, está casi hecho el pasar, que por algo sólo hay una letra de diferencia.
(además es cierto que lo es, y un poco cabezota, también)
