¿Me permiten contarles la última que he sufrido?
Hace poco salimos a montar mi esposa y yo, llevando nuestro joven caballo y otro más veterano y tranquilo que su dueño nos presta generosamente. Había decidido seguir el ejemplo de Cris_1, según lo que relata en su comentario a mi mensaje de 17-05-2005 (salir junto a otro caballo más veterano) y no era la primera vez que lo hacíamos así. La experiencia había ido muy bien en anteriores ocasiones. Nos acompañaba una hija nuestra que iniciaba sus vacaciones académicas de verano. Aquella tarde era calurosa y se hallaba desierto el picadero. Sólo vimos al encargado que andaba por la zona. Todo tranquilo y bien.
Yo monté en nuestro caballo y mi esposa y nuestra hija montaron por turnos en el otro, por ser un animal más sosegado y paciente. Más abajo del lugar donde nos encontrábamos, existiendo dos vallas por medio, discurre un camino por donde suelen pasar caminantes, ciclistas, motos y algún vehículo. En un momento determinado, estando mi esposa sobre el otro caballo, pasó un grupo de ciclistas (yo estaba algo apartado) que, al verla, comenzaron a gritar "¡eh, una tia a caballo!" y quitándose las gorras comenzaron a agitarlas en alto, gritando "¡eeeh, eeeh!".
El caballo de mi esposa se asustó. Era la primera vez que se asustaba. Mi esposa lo controló y lo desvió a la izquierda, pero el caballo coceó y mi esposa perdió un estribo. Luego comenzó a trotar y oí a mi esposa quejarse. Yo grité "sooooo", con tono tranquilo para evitar excitarlo, pero el animal siguió avanzando. Vi a mi esposa caer por la derecha, quejándose al golpearse con el suelo y el cielo me cayó encima. Quedó tendida boca arriba, quejándose más. Desmonté y olvidé a los animales. Tenía un dolor fuerte en la zona lumbar. Recordando el tema de las lesiones medulares, lo primero que hicimos fue pedirla que moviera las piernas, lo cual podía hacer, con gran alivio nuestro. Entonces mi chica sujetó su cabeza mientras permanecía boca arriba, con la rodillas dobladas y corrí a por el coche. Cuando regresé, mi esposa pidió agua, que nuestra hija fue a buscar. Mi esposa bebió un poco, dijo que la incorporásemos y la sostuviéramos en posición de sentada y pidió a la muchacha que la masajeara con agua donde sentía el dolor. Yo quería salir hacia el hospital, pero mi esposa prefirió que recogiera antes a los caballos mientras nuestra hija la sostenía y le daba el masaje.
Fui primero a por el caballo veterano. Yo estaba muy enfadado y lo miré fijamente al ir al cogerlo. No sé que me vería el animal, pero lanzó al aire una especie de aullido o de bramido y girando sobre sus patas traseras, corrió aullando de la misma forma, como si algo le aterrorizase. Recogí entonces nuestro caballo, lo sujeté y fui andando a por el otro, evitando
mirarle (recordé la recomendación de Iris cuando respondió a mi presentación de 02-02-2005) y así se dejó coger. Los llevé a las cuadras y, mientras guardaba el mío, apareció el encargado que procedió a desensillar al otro, diciéndome que él se ocupaba de guardarlo. Me apresuré a regresar junto a mi esposa (rogando a Dios que fuera poco y se curase) e improvisamos una almohada con una camiseta y unos pantalones, para que apoyase la cintura en el respaldo del coche, la sujeté con el cinturón y salimos hacia el hospital. Cuando llegamos, ya anochecido, yo sólo veía ciclistas con batas blancas. Mientras esperaba en el hospital, recordé el comentario de Redhorse al mensaje que digo arriba, sobre jugar a la guerra con el caballo. Sólo que yo no imaginaba juegos, tan enojado me encontraba.
Tres días hospitalizada (dos en ayunas), calmantes en vena, dos radiografías y los correspondientes exámenes. Nos dijeron que hicimos mal en darle agua, porque si hubiese habido lesión medular el movimiento intestinal se paraliza luego y habríamos tenido más problemas. La lesión era muscular, aunque parecía verse una cierta lesión en una vértebra, dijeron, pero que no debía ser reciente puesto que no la dolía al presionar. Y una semana tumbada en casa, que me ha permitido repasar a fondo mis conocimientos culinarios.
¿Fue imprevisión mía? ¿Fue mala fe de los ciclistas? ¿Fue impericia? ¿Fue sólo mala pata? El riesgo de sufrir un accidente tan grave como es una lesión medular ¿no es motivo suficiente para abandonar la equitación? Díganme lo que gusten, yo copio sus respuestas y las guardo en un archivo en mi PC porque me importan. Tal vez, como dijo Anna respondiendo a mi mensaje de aquella fecha, es que hay conductas que no se le pueden enseñar a un caballo. Salud.
Hace poco salimos a montar mi esposa y yo, llevando nuestro joven caballo y otro más veterano y tranquilo que su dueño nos presta generosamente. Había decidido seguir el ejemplo de Cris_1, según lo que relata en su comentario a mi mensaje de 17-05-2005 (salir junto a otro caballo más veterano) y no era la primera vez que lo hacíamos así. La experiencia había ido muy bien en anteriores ocasiones. Nos acompañaba una hija nuestra que iniciaba sus vacaciones académicas de verano. Aquella tarde era calurosa y se hallaba desierto el picadero. Sólo vimos al encargado que andaba por la zona. Todo tranquilo y bien.
Yo monté en nuestro caballo y mi esposa y nuestra hija montaron por turnos en el otro, por ser un animal más sosegado y paciente. Más abajo del lugar donde nos encontrábamos, existiendo dos vallas por medio, discurre un camino por donde suelen pasar caminantes, ciclistas, motos y algún vehículo. En un momento determinado, estando mi esposa sobre el otro caballo, pasó un grupo de ciclistas (yo estaba algo apartado) que, al verla, comenzaron a gritar "¡eh, una tia a caballo!" y quitándose las gorras comenzaron a agitarlas en alto, gritando "¡eeeh, eeeh!".
El caballo de mi esposa se asustó. Era la primera vez que se asustaba. Mi esposa lo controló y lo desvió a la izquierda, pero el caballo coceó y mi esposa perdió un estribo. Luego comenzó a trotar y oí a mi esposa quejarse. Yo grité "sooooo", con tono tranquilo para evitar excitarlo, pero el animal siguió avanzando. Vi a mi esposa caer por la derecha, quejándose al golpearse con el suelo y el cielo me cayó encima. Quedó tendida boca arriba, quejándose más. Desmonté y olvidé a los animales. Tenía un dolor fuerte en la zona lumbar. Recordando el tema de las lesiones medulares, lo primero que hicimos fue pedirla que moviera las piernas, lo cual podía hacer, con gran alivio nuestro. Entonces mi chica sujetó su cabeza mientras permanecía boca arriba, con la rodillas dobladas y corrí a por el coche. Cuando regresé, mi esposa pidió agua, que nuestra hija fue a buscar. Mi esposa bebió un poco, dijo que la incorporásemos y la sostuviéramos en posición de sentada y pidió a la muchacha que la masajeara con agua donde sentía el dolor. Yo quería salir hacia el hospital, pero mi esposa prefirió que recogiera antes a los caballos mientras nuestra hija la sostenía y le daba el masaje.
Fui primero a por el caballo veterano. Yo estaba muy enfadado y lo miré fijamente al ir al cogerlo. No sé que me vería el animal, pero lanzó al aire una especie de aullido o de bramido y girando sobre sus patas traseras, corrió aullando de la misma forma, como si algo le aterrorizase. Recogí entonces nuestro caballo, lo sujeté y fui andando a por el otro, evitando
mirarle (recordé la recomendación de Iris cuando respondió a mi presentación de 02-02-2005) y así se dejó coger. Los llevé a las cuadras y, mientras guardaba el mío, apareció el encargado que procedió a desensillar al otro, diciéndome que él se ocupaba de guardarlo. Me apresuré a regresar junto a mi esposa (rogando a Dios que fuera poco y se curase) e improvisamos una almohada con una camiseta y unos pantalones, para que apoyase la cintura en el respaldo del coche, la sujeté con el cinturón y salimos hacia el hospital. Cuando llegamos, ya anochecido, yo sólo veía ciclistas con batas blancas. Mientras esperaba en el hospital, recordé el comentario de Redhorse al mensaje que digo arriba, sobre jugar a la guerra con el caballo. Sólo que yo no imaginaba juegos, tan enojado me encontraba.
Tres días hospitalizada (dos en ayunas), calmantes en vena, dos radiografías y los correspondientes exámenes. Nos dijeron que hicimos mal en darle agua, porque si hubiese habido lesión medular el movimiento intestinal se paraliza luego y habríamos tenido más problemas. La lesión era muscular, aunque parecía verse una cierta lesión en una vértebra, dijeron, pero que no debía ser reciente puesto que no la dolía al presionar. Y una semana tumbada en casa, que me ha permitido repasar a fondo mis conocimientos culinarios.
¿Fue imprevisión mía? ¿Fue mala fe de los ciclistas? ¿Fue impericia? ¿Fue sólo mala pata? El riesgo de sufrir un accidente tan grave como es una lesión medular ¿no es motivo suficiente para abandonar la equitación? Díganme lo que gusten, yo copio sus respuestas y las guardo en un archivo en mi PC porque me importan. Tal vez, como dijo Anna respondiendo a mi mensaje de aquella fecha, es que hay conductas que no se le pueden enseñar a un caballo. Salud.