Debería ser así, pero lo cierto es que en la mayoría de los casos, no lo es. Muchos caballos no ven al dentista, ni tan siquiera una revisión de la boca de su veterinario habitual, en su vida. El quiropráctico o fisioterapeuta, bueno, eso ya es de muy pijos... como yo.
Lo más fácil es decir que el caballo se ha resabiado, que no quiere trabajar, que tiene tal o cual manía. Y sí, es verdad que hay caballos resabiados y con manías, pero si un caballo que conocemos, que ha estado trabajando bien, y al que no tocan otras personas, de repente desarrolla un comportamiento inusual, lo más lógico es pensar que algo le duele o que algo le pasa, y buscar la causa.
Lo más lógico, no es por desgracia lo más habitual.