A mí casi me podrías preguntar que qué es lo que opino de alguien que en una hípica tiene a un animal 5 días así.
(Y soy burro y de pueblo, pero aquí por lo menos el tiro se lo pegamos, como muy tarde, el segundo día.)
yo se claramente que es dificil pagar algunas facturas de veterinario y el reto de cosas a tener en cuenta pero mi comentario vino por el tema del tiempo 5 dias por dios NO.
se decide antes, si es dificil lo tuve que hacer no con un caballo pero con otro de mis animales.
y otra cosa que es eso de matar a un animal sin lamar al vete para q lo pinche, y luego a la pertinente caldera para la incineración, pq hoy por hoy a de ser asi no vale pegarle un tiro y a enterrarlo???????????
…bueno, creo que me toca responder por alusiones porque creo que soy el único que ha hablado de “tiros”. Aunque no me refería a lo que se hiciese en esa hípica, sino a lo que, llegado el caso, se hubiese posiblemente llegado a hacer en mi pueblo, y en tantos otros.
Repito tu pregunta sobre “ qué es eso” que digo:
y otra cosa que es eso de matar a un animal sin lamar al vete para q lo pinche, y luego a la pertinente caldera para la incineración, pq hoy por hoy a de ser asi no vale pegarle un tiro y a enterrarlo???????????
Eso es España Maserpon, una España diversa, distinta posiblemente de la realidad que tú conoces, como para otros puede serlo la tuya.
Una España rural que cuando da por perdida la vida de un animal –y posiblemente para sopesar esa decisión utilice una balanza distinta a la tuya, o a la mía-, procura evitar el sufrimiento a tiempo, pero también evitar el gasto.
Una España rural, mayormente envejecida, subsistiendo muchas veces sin seguros veterinarios, en la que cada pequeño gasto cuenta, que casi se sonreiría con sorna ante tu comentario, si te oyesen hablar de la obligación de llamar a un veterinario para una inyección final de una potrilla, una ternera o una borrega que ya dan por malograda. O de no intentar deshacerse, -ahora, “hoy por hoy” como dices- del cadáver de una potrilla enterrándolo o desbarrancándolo -caso de no tener seguro de retirada -, aprovechando que a esa edad posiblemente no estuviese ni registrada ni microchipada, si no ha habido transporte por medio.
Una España rural, que convive y vive de sus animales, apenas muchas veces ya ni por subsistencia, y que también monta a caballo, aunque pocas veces se asoma en foros como este, porque somos todos los que estamos, pero quizás no están todos los que son. O desde luego no en la misma proporción. Una España que posiblemente nunca tomó clases en una hípica, ni oyó hablar de etología equina, de golosinas del Decathlon, ni de protectores de colores.
Una parte de España que posiblemente no quiera a sus animales ni más ni menos que tú o que yo: los quiere distinto.
Una España que es capaz de desvivirse si lo cree necesario para sacar adelante un animal, pasar la noche ayudando al parto difícil de una vaca, o atravesar un incendio en el monte para sacar su rebaño. Pero que si da un animal por perdido, o decide que no le compensa luchar por intentarlo, no duda en pegarle un tiro, degollarle con un cuchillo, desnucarle o retorcerle el pescuezo, si el tamaño lo permite.
Pero esa España posee en todas sus decisiones una balanza distinta a la tuya - y a la mía- y nos cuesta quizás aceptar que, muchas veces, desde su realidad, sea igual de válida.
Yo no idealizo a esa España rural, ya que vivo y trabajo en ella. Ni mucho menos idealizo su supuesta sabiduría, que tantas veces se basa sólo en la defensa de sus propios intereses, o en ignorancia mantenida por inercia indefinidamente en el tiempo. La conozco desde dentro, desde el día a día, no desde el chalet de fin de semana, la casa rural ocasional, o los recuerdos del pueblo de mis abuelos en mi infancia. Como algunos foreros más, pero creo que una minoría, como esa realidad que a veces nos trae aquí Alazano por ejemplo, y que tanto nos escandaliza.
Pero conociéndola, procuro entenderla y no juzgarla, y sobre todo no juzgarla con mis parámetros, que no son los suyos.
Ni la defiendo ni la ataco- y me cuesta contenerme-. Sólo te recuerdo que existe otra forma de entender y tratar a los animales.
Aunque no sea la mía, ni mucho menos. Ni la tuya. Ni posiblemente la tuya coincida con la mía.
Yo vivo en esa otra España que nos hace poner el grito en el cielo aquí tantas veces, y sí Maserpon, desde esa otra realidad muy distinta quizás a la que vivís muchos, desde dentro: sí, sí vale pegarle un tiro y enterrarla. A tiempo.
Pero igualmente, tranquil
@, que la madre Naturaleza no diseñó a los caballos para poder soportar estar 5 días tumbados inmovilizados, así que posiblemente la potrilla muriera de cualquier complicación.
Y ya dudo que el encargado de esa hípica fuese capaz, siquiera, de pegarle un tiro.
A lo que ha hecho ese individuo, en mi pueblo -que aún con lo burros que somos, no todo vale- le llamamos:
“No tener perdón de dios”