Bueno, a petición del respetable, os cuento un poco como es una de las clases de doma que estoy dando.
En esta clase somos dos, la otra chica que está conmigo tiene bastante más nivel. Ella empieza primero, yo tengo que calentar un poco más ya que a mi yegua le cuesta muchísimo arrancar. En estos primeros momentos he cogido la costumbre de ir dándole toquecitos con las piernas para que avance. Me corrige: Toques con el talón sólo cuando sea imprescindible, si no hace caso dos toques de fusta seguidos. Me recomienda muchísimas transiciones paso-trote, en círculos y serpentinas.
Al cabo del rato empieza a trabajar conmigo. Me pongo en círculo alrededor de ella al trote. Me dice que ponga a la yegua en la mano. Una vez la tengo redonda, me dice que intente que lleve más impulsión. Aquí pienso que no me va a salir, porque siempre que intento que avance me levanta la cara. Pues no señor, la yegua empieza a trotar sin salirse de la mano. Después me dice que me siente en ese trote, ahí sí que creo que se va a fastidiar el invento, pero no, me siento y la yegua no se descompone ni pierde impulsión. Me dice que en cuanto vea que se me sale de la mano o que pierde impulsión, que vuelva al trote levantado, que la ordene y que vuelva a sentarme. Mientras me concentro en este ejercicio, mi compañera de clase está haciendo apoyos al paso a una y otra mano.
Para acabar, vuelve conmigo para practicar las transiciones trote-galope, galope-trote, intentando que no se me salga de la mano. Esto ya es más díficil, me quedo rígida en las transiciones y me tiene que recordar continuamente que tengo que ser más activa con las manos, pero al final ya me va saliendo mejor.
En verdad, contado así, no parece gran cosa, pero consigue que hagas cosas que no pensabas que podrías hacer, y hace que las cosas que día a día te cuestan, parezcan fáciles.
Es díficil de explicar, hay que vivirlo [
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PD. María, me preguntó por tu espalda ¿me he perdido algo? ¿qué pasa con tu espalda?
Saludos,
Casey
En esta clase somos dos, la otra chica que está conmigo tiene bastante más nivel. Ella empieza primero, yo tengo que calentar un poco más ya que a mi yegua le cuesta muchísimo arrancar. En estos primeros momentos he cogido la costumbre de ir dándole toquecitos con las piernas para que avance. Me corrige: Toques con el talón sólo cuando sea imprescindible, si no hace caso dos toques de fusta seguidos. Me recomienda muchísimas transiciones paso-trote, en círculos y serpentinas.
Al cabo del rato empieza a trabajar conmigo. Me pongo en círculo alrededor de ella al trote. Me dice que ponga a la yegua en la mano. Una vez la tengo redonda, me dice que intente que lleve más impulsión. Aquí pienso que no me va a salir, porque siempre que intento que avance me levanta la cara. Pues no señor, la yegua empieza a trotar sin salirse de la mano. Después me dice que me siente en ese trote, ahí sí que creo que se va a fastidiar el invento, pero no, me siento y la yegua no se descompone ni pierde impulsión. Me dice que en cuanto vea que se me sale de la mano o que pierde impulsión, que vuelva al trote levantado, que la ordene y que vuelva a sentarme. Mientras me concentro en este ejercicio, mi compañera de clase está haciendo apoyos al paso a una y otra mano.
Para acabar, vuelve conmigo para practicar las transiciones trote-galope, galope-trote, intentando que no se me salga de la mano. Esto ya es más díficil, me quedo rígida en las transiciones y me tiene que recordar continuamente que tengo que ser más activa con las manos, pero al final ya me va saliendo mejor.
En verdad, contado así, no parece gran cosa, pero consigue que hagas cosas que no pensabas que podrías hacer, y hace que las cosas que día a día te cuestan, parezcan fáciles.
Es díficil de explicar, hay que vivirlo [
PD. María, me preguntó por tu espalda ¿me he perdido algo? ¿qué pasa con tu espalda?
Saludos,
Casey
