La avena es el cereal más digestible, por eso suele ser la base de muchas dietas. El inconveniente es que calienta mucho a los caballos (tiene mucho almidón).
La ración de un caballo tiene que ser entre un 1,5% y un 2,5% de su peso corporal en circunstancias normales, dependiendo del trabajo que haga, de su estado, de su edad etc etc. Para un caballo que pese unos 500 kgs, el peso total de la ración tendría que estar entre 7,5 y 12,5 kgs. Si es un caballo de alta competición, un semental cubriendo, un caballo que necesite engordar, tendremos que acercarnos más al 2,5%. Un caballo en descanso, que necesite adelgazar etc, tendríamos que ajustar su ración entre el 1,5% y el 2%. La única excepción serían las yeguas criando, que por supuesto tienen que comer mucho más.
Del total de la ración no deberíamos superar nunca el 50% en pienso. Es decir, si el total que tenemos que dar es de 10 kgs, como mucho tendríamos que dar 5 kgs. en total de pienso. Cuanto menos trabaje nuestro caballo más forraje.
Para un caballo que trabaje un par de días a la semana, si el forraje es de buena calidad, nos debería bastar con 2-3 kgs. de pienso para el caballo de 500 kgs., y el resto de 7-8 kg.s dárselo en forraje. Siempre es mejor partir de una dieta base de 100% forraje, y a partir de ahí, calcular la parte del pienso según trabajo-necesidades.
Los caballos están hechos para comer forraje, aprovechan más los nutrientes y se mantienen más sanos y tienen menos problemas digestivos cuanto más forraje coman. Ya están empezando a haber caballos en competición que se alimentan única y exclusivamente de forraje.
El pienso por desgracia es un mal necesario, pero no debemos abusar creyendo que es la base de la alimentación del caballo.