LAS WIDIAS
El tema de los conos de widia y de los clavos con tungsteno ha sido controvertido desde su misma aparición en el mercado. Pros y contras se fueron y se seguirán confrontado mientras tanto que haya herradores y haya widias.
Que los conos de widia producen un agarre en el suelo, es innegable,.Que este agarre frena la inercia del miembro y aumenta la tensión en los clavos y por ende en las paredes del casco, también es innegable. Que esta tensión y este frenado repercute negativamente en los ligamentos, nadie lo niega, pero por otra parte, tampoco podemos volver la cara a uno de los mas grandes problemas que se han planteado desde que se comenzó a poner hierro bajo los cascos de los animales. A lo largo de la historia del herrado, observamos los intentos de los herradores por evitar los resbalones en los suelos adoquinados de las ciudades. Algunas de estas soluciones, pronto tuvieron que ser desechadas, bien por inútiles, bien por el encarecimiento del herraje que ello supone. No ha sido hasta la moderna introducción de los clavos y conos de widia, cuando se han podido erradicar por fin aquellos cuadros lamentables que se producían antaño en las calles y carreteras de nuestro país,.Quien haya visto la cara de terror de un caballo incapaz de levantarse del suelo, o la angustia del bruto que, bloqueado en una empinada cuesta asfaltada, sabe que haga el movimiento que haga se caerá en el suelo. Quien haya experimentado una caída de un caballo en el asfalto o el hormigón, sabe que su caballo jamás volverá a salir de la cuadra sin widia en las herraduras.
En algunas zonas, como por ejemplo mi Asturias natal, se hace impensable sacar a un caballo a la calle sin widias. Quien conoce la zona, sabe que los caminos y carreteras son muy empinadas y recubiertas de fino asfalto u hormigón. Hasta la llegada de las widias, la tónica general eran las rodillas rotas, los labios ensangrentados, las quemaduras producidas por el arrastre derivado de una caída, tanto para los caballos como para los jinetes.El caballo sin widias, camina temeroso y dubitativo, mas pendiente de donde y como pone los pies que de las ordenes y ayudas de su jinete. Incluso en los centros ecuestres, muchos caballos se mueven muy inseguros en los pasillos de las cuadras y en los trayectos a las pistas, pues éstas, no se diseñaron pensando en la seguridad del caballo, sino en la facilidad de la limpieza.
Como compaginar la seguridad del caballo con la preservación de la salud de sus ligamentos? Sin duda, buscando el equilibrio entre estas dos metas. A falta de un método que aúne mejor los resultados antideslizamiento con el coste en dinero del mismo, la utilización de widias se hace imprescindible en algunas zonas y no dejará de generalizarse.
Algunas de las acciones que podemos realizar con vistas a procurar el equilibrio, es decir, obtener el máximo antideslizamiento con los mínimos efectos secundarios son:
-Uso de conos de widia anchos y gruesos, en vez de las puntas de widia finas, que se clavan en el asfalto como los tacos de las botas de futbol. El cono de widia de 4’5 mm permite un nivel de agarre óptimo.
-Numero mínimo de conos de widia. Es logico pensar que cuatro widias agarran mas que dos. La gran mayoría de los caballos obtienen un paso seguro con dos conos de widia.
-Una adecuada profundidad de los conos de widia, los cuales han de sobresalir de la superficie de la herradura, lo justo para proporcionar al caballo el agarre justo que le dé seguridad en la pisada. Un cono de widia demasiado sobresaliente, hace el papel de ramplón fijo, provocando, además de un agarre excesivo, un desequilibrio dorsopalmar en superficies lisas y duras.
-Correcta colocación de los conos en las ramas de la herradura, los cuales han de ir simétricos con respecto al eje de la misma. Y siempre en los candados o talones de la herradura. Esto se explica por el mismo efecto que los trenes y las bicicletas empiezan a frenar desde atrás, para evitar el efecto de la inercia. Efectivamente, si se colocan las widias en las lumbres, en la frenada, la inercia del casco origina giros indeseables en la trayectoria del mismo, lo que agrava los efectos negativos sobre el sistema ligamentoso del pie. A este efecto, debemos de sumar el peligro que suponen las mismas en caso de alcances, actuando como cuchillos en los bulbos de los cascos de las manos.
En caso de necesitarse un agarre extra en las lumbres, debido a que el caballo tiene dificultades para subir las rampas asfaltadas, es preferible emplear métodos alternativos a la implantación de conos de widia en las lumbres de la herradura. Asi, estos conos en lumbres anulan el efecto rolling que le hayamos podido forjar a la misma. Un ranurado completo a la lumbre de la herradura, haciéndolo doble si procede, suele ser suficiente para proporcionar al caballo el agarre necesario.
Como en todos los aspectos del herraje, el equilibrio entre todas las opciones suele estar la resolución de la mayoría de los problemas del caballo. Como encargados de preservar el correcto mantenimiento de los cascos del mismo, los herradores debiéramos de emplear siempre los métodos menos agresivos para el mismo. Si un caballo puede valerse con una simple herradura ranurada cóncava, no parece muy ético erizarle el casco de widias. Un anciano maestro, decía que quien quisiera experimentar el efecto de los ramplones y tacos de widia en los pies de los caballos, que hiciese footing todos los días con botas de futbolista. No le hagamos lo mismo al caballo, pero evitemos a su vez las peligrosas caídas en el asfalto!!
El tema de los conos de widia y de los clavos con tungsteno ha sido controvertido desde su misma aparición en el mercado. Pros y contras se fueron y se seguirán confrontado mientras tanto que haya herradores y haya widias.
Que los conos de widia producen un agarre en el suelo, es innegable,.Que este agarre frena la inercia del miembro y aumenta la tensión en los clavos y por ende en las paredes del casco, también es innegable. Que esta tensión y este frenado repercute negativamente en los ligamentos, nadie lo niega, pero por otra parte, tampoco podemos volver la cara a uno de los mas grandes problemas que se han planteado desde que se comenzó a poner hierro bajo los cascos de los animales. A lo largo de la historia del herrado, observamos los intentos de los herradores por evitar los resbalones en los suelos adoquinados de las ciudades. Algunas de estas soluciones, pronto tuvieron que ser desechadas, bien por inútiles, bien por el encarecimiento del herraje que ello supone. No ha sido hasta la moderna introducción de los clavos y conos de widia, cuando se han podido erradicar por fin aquellos cuadros lamentables que se producían antaño en las calles y carreteras de nuestro país,.Quien haya visto la cara de terror de un caballo incapaz de levantarse del suelo, o la angustia del bruto que, bloqueado en una empinada cuesta asfaltada, sabe que haga el movimiento que haga se caerá en el suelo. Quien haya experimentado una caída de un caballo en el asfalto o el hormigón, sabe que su caballo jamás volverá a salir de la cuadra sin widia en las herraduras.
En algunas zonas, como por ejemplo mi Asturias natal, se hace impensable sacar a un caballo a la calle sin widias. Quien conoce la zona, sabe que los caminos y carreteras son muy empinadas y recubiertas de fino asfalto u hormigón. Hasta la llegada de las widias, la tónica general eran las rodillas rotas, los labios ensangrentados, las quemaduras producidas por el arrastre derivado de una caída, tanto para los caballos como para los jinetes.El caballo sin widias, camina temeroso y dubitativo, mas pendiente de donde y como pone los pies que de las ordenes y ayudas de su jinete. Incluso en los centros ecuestres, muchos caballos se mueven muy inseguros en los pasillos de las cuadras y en los trayectos a las pistas, pues éstas, no se diseñaron pensando en la seguridad del caballo, sino en la facilidad de la limpieza.
Como compaginar la seguridad del caballo con la preservación de la salud de sus ligamentos? Sin duda, buscando el equilibrio entre estas dos metas. A falta de un método que aúne mejor los resultados antideslizamiento con el coste en dinero del mismo, la utilización de widias se hace imprescindible en algunas zonas y no dejará de generalizarse.
Algunas de las acciones que podemos realizar con vistas a procurar el equilibrio, es decir, obtener el máximo antideslizamiento con los mínimos efectos secundarios son:
-Uso de conos de widia anchos y gruesos, en vez de las puntas de widia finas, que se clavan en el asfalto como los tacos de las botas de futbol. El cono de widia de 4’5 mm permite un nivel de agarre óptimo.
-Numero mínimo de conos de widia. Es logico pensar que cuatro widias agarran mas que dos. La gran mayoría de los caballos obtienen un paso seguro con dos conos de widia.
-Una adecuada profundidad de los conos de widia, los cuales han de sobresalir de la superficie de la herradura, lo justo para proporcionar al caballo el agarre justo que le dé seguridad en la pisada. Un cono de widia demasiado sobresaliente, hace el papel de ramplón fijo, provocando, además de un agarre excesivo, un desequilibrio dorsopalmar en superficies lisas y duras.
-Correcta colocación de los conos en las ramas de la herradura, los cuales han de ir simétricos con respecto al eje de la misma. Y siempre en los candados o talones de la herradura. Esto se explica por el mismo efecto que los trenes y las bicicletas empiezan a frenar desde atrás, para evitar el efecto de la inercia. Efectivamente, si se colocan las widias en las lumbres, en la frenada, la inercia del casco origina giros indeseables en la trayectoria del mismo, lo que agrava los efectos negativos sobre el sistema ligamentoso del pie. A este efecto, debemos de sumar el peligro que suponen las mismas en caso de alcances, actuando como cuchillos en los bulbos de los cascos de las manos.
En caso de necesitarse un agarre extra en las lumbres, debido a que el caballo tiene dificultades para subir las rampas asfaltadas, es preferible emplear métodos alternativos a la implantación de conos de widia en las lumbres de la herradura. Asi, estos conos en lumbres anulan el efecto rolling que le hayamos podido forjar a la misma. Un ranurado completo a la lumbre de la herradura, haciéndolo doble si procede, suele ser suficiente para proporcionar al caballo el agarre necesario.
Como en todos los aspectos del herraje, el equilibrio entre todas las opciones suele estar la resolución de la mayoría de los problemas del caballo. Como encargados de preservar el correcto mantenimiento de los cascos del mismo, los herradores debiéramos de emplear siempre los métodos menos agresivos para el mismo. Si un caballo puede valerse con una simple herradura ranurada cóncava, no parece muy ético erizarle el casco de widias. Un anciano maestro, decía que quien quisiera experimentar el efecto de los ramplones y tacos de widia en los pies de los caballos, que hiciese footing todos los días con botas de futbolista. No le hagamos lo mismo al caballo, pero evitemos a su vez las peligrosas caídas en el asfalto!!
