Mercurio, a mi me pasa lo mismo que a Azahara.
Siempre he creido que el caballo fue el último de la creación. Cuando llegó su turno Dios tenía práctica y por eso le salio magnífico, pero lo que no quedaban eran piezas. Y claro, le tocaron ojos que ven para todos los lados menos para adelante, las patas igual de esbeltas que delicadas, el cerebro, pues siendo finos, justito. Del estómago, mejor ni hablamos.
Todo esto en un delicado equilibrio. Si encima nos metemos nosotros a jugar a aprendiz de brujo, nos lo cargamos seguro.
Por lo menos hablalo con el vet.